29/1/11

El acceso a Internet: Herramienta formidable para frenar y controlar las movilizaciones de masas

El acceso a Internet: Herramienta formidable para frenar y controlar las movilizaciones de masas

Por Franz J.T. Lee

Como hemos advertido en nuestro último artículo (1) y según lo informado hoy por el sitio web World Socialist (2), los últimos acontecimientos en el norte de África y el Oriente Medio han demostrado cómo las élites gobernantes no dudan ni un segundo en cortar el acceso a Internet y las comunicaciones móviles como medidas para frenar y controlar las movilizaciones de masas que amenazan su estabilidad, mientras que al mismo tiempo garantizan el flujo continuo de información con respecto a los "negocios acostumbrados", es decir, las transacciones financieras en las bolsas de valores. El sitio web World Socialist escribe:

"El gobierno egipcio cerró la mayoría del tráfico de Internet en el país media hora después de la medianoche el jueves por la madrugada en un esfuerzo para bloquear la comunicación previa a las manifestaciones masivas del viernes. ... La medida constituye una restricción sin precedentes de las comunicaciones por Internet. [En el pasado] otros países han bloqueado las conexiones a sitios específicos, o han intentado de frenar el tráfico, pero nunca han logrado cortar por completo el acceso a internet para la población. "

Tan pronto como los pueblos oprimidos empiezan a hacer uso del Internet - como debe ser para fines políticos o incluso emancipatorios, las clases dominantes siempre responden tan "democráticamente" con la suspensión del libre acceso a la información y el derecho correspondiente a organizarse, reunirse y tomar medidas contra la opresión libremente.

Es crucial entender que la solidaridad internacional es la condición sine qua non para que las movilizaciones populares actuales en el norte de África y en el Oriente Medio tengan éxito en alcanzar sus metas, y también es crucial pensar en el establecimiento de canales de comunicación alternativos a toda costa.

Tan grande es el miedo de las clases dominantes de todo el planeta que la gente se organice en contra de ellos, que vemos a gigantes como China entrando en pánico y estableciendo la censura de Internet acerca de toda noticia procedente de Egipto. Debido a la naturaleza del colapso del sistema capitalista a escala mundial, se pueden esperar más protestas, movilizaciones y organizaciones masivas en África a Asia y nuevamente en América del Sur y el Caribe, y claro, no faltará la correspondiente censura de Internet.  Y,  por último, se hará sentir el descontento social permanente “en casa”, es decir, en el corazón corporativo de América del Norte y Europa.

(1) Venezuela: En defensa del Internet, mientras que aún perdura.
http://franzjtlee.blogspot.com/2011/01/venezuela-in-defense-of-internet-while.html

(2) http://www.wsws.org/articles/2011/jan2011/intr-j29.shtml y también: http://www.wsws.org/articles/2011/jan2011/egyp-j29.shtml

franz@franzlee.org.ve

25/1/11

Franz J. T. Lee: Venezuela: En Defensa del Internet mientras que aún perdura

Venezuela: En Defensa del Internet mientras que aún perdura 

Por: Franz J. T. Lee

Ha comenzado el ataque internacional al Internet. También aquí en Venezuela, el 
uso de Internet está regulado por ley. Y es especialmente en Venezuela, donde 
debemos utilizar el Internet con fines emancipatorios, mientras que todavía 
existe, porque esto no será así por mucho tiempo. Si no tuviéramos los sitios 
noticiosos e informativos como Aporrea, Vheadline, Venezuelanalysis, Abrebrecha, 
Ensartaos, etc., entonces prácticamente no se sabría nada acerca de los 
acontecimientos políticos diarios en Venezuela. 


El ‘Hermano Mayor’ orwelliano ya está iniciando su 'mundo feliz'. Desde las 
edades, desde la división de la sociedad humana en clases, en amos y esclavos, y 
desde la acumulación original del capital en la región del Mediterráneo, para 
perpetuarse, todos los gobernantes desarrollaron sistemas ideológicos del 
control físico y mental de sus ‘sujetos’. De hecho, la cultura, la religión, las 
costumbres, las normas, la moral, la ‘información’, los medios de comunicación y 
la educación siguen siendo los principales instrumentos para llevar acabo un 
posible ‘Holocausto Mental’ global, dirigido y realizado por un ‘Gobierno Único 
Mundial' económicamente basado en la concentración y monopolización corporativa 
total. 


El Internet fue inventado por el Pentágono para servirle a sus fines militares; 
se ha puesto a disposición del público no por amor humano, sino para alcanzar la 
‘dominación de espectro completo’ y para globalizar el 'humanismo militar'. 
Entre otras cosas, Internet se utiliza en combinación con ‘juguetes’ militares 
como lo son HAARP, CERN, los aviones y satélites espías, el Sistema de 
Posicionamiento Global, etc. ... por lo tanto, todo esto existe para favorecer 
el reconocimiento y la inteligencia militar, la vigilancia y la manipulación de 
las masas y la recolección de datos. 


Por supuesto, en el ciberespacio la palabra ‘seguridad’ es pura ilusión, ni 
siquiera nuestros ordenadores los podemos proteger; el Hermano Mayor tiene la 
llave maestra para toda nuestra ‘privacidad’. Y aún así, mientras que perdura el 
Internet, tenemos una fuente internacional de información de la que Marx o 
Trotsky sólo podían soñar. El único problema con esto es que estamos inundados 
de 'desinformación' y no podemos aprender tan rápidamente a diferenciar la 
verdad y la realidad de las grandes mentiras y la realidad virtual. Sólo un 
porcentaje muy pequeño de usuarios de Internet crea páginas web y blogs en 
función de revelar la explotación capitalista global, la dominación, el racismo 
y la destrucción de la sociedad y de nuestro hábitat natural. Sin embargo, es un 
trabajo de Sísifo encontrar millones de cerebros que comprenden los hechos, que 
abiertamente están ‘en el aire’ por todas partes y precisamente esto es el 
objetivo del control mental, del ‘Holocausto Mental’ a nivel global. 

En Internet, como en ninguna otra parte, todavía se puede conseguir los medios 
para desarrollar la conciencia humana, una conciencia de clase, provisto de que 
todavía tenemos cierta capacidad intelectual, y sobre todo, un buen conocimiento 
acerca de la lógica, la economía política, la ciencia y la filosofía, en una 
palabra, del marxismo. 


El que teme ser llamado un anti-capitalista, socialista o marxista moderno, 
sería ya una víctima del miedo corporativa global, porque esto es una conditio 
sine qua non para el establecimiento de un ‘Estado Único Mundial’, y ya estaría 
en la ‘autopista de la información’ hacia el Holocausto Mental. 


El Hermano Mayor actualmente está concluyendo su búsqueda de ‘terroristas’, 
especialmente de actores científicos y pensadores filosóficos, en esa batalla 
gigantesca que se llama la "Guerra de Ideas". 


Para hablar claro, a la mayoría ya les gusta el Hermano Mayor, pero todavía hay 
muchos 'combatientes', quienes seguimos confiando en el poder de los 
‘proletarios’, como Winston Smith, y quienes continuamos en nuestra lucha de y 
por la humanidad en Venezuela, Cuba, Honduras, Grecia, Francia, Túnez, Libia, 
Argelia, Egipto, Palestina, Gaza, el Delta del Níger, el Golfo de México y otros 
lugares. 


Sin Internet ni siquiera conoceríamos nada sobre todas estas valientes luchas de 
clase globales. 


Y esto es exactamente lo que el imperialismo corporativo ahora quiere reducir o 
incluso eliminar, de hecho, ya hay numerosos sitios web y blogs censurados, 
bloqueados o eliminados por los EE.UU.. Otros gobiernos capitalistas siguen 
rápidamente este ejemplo por el interés de ocultar sus grandes mentiras a las 
masas trabajadoras. 


Sin Internet, ¿cómo haríamos para diseminar nuestros mensajes, discursos, 
artículos y noticias? Bueno, habríamos que recurrir de nuevo a nuestros tambores 
africanos, a las señales de humo indígenas, a las palomas mensajeras (que pueden 
caer muertas de los cielos en cualquier momento) y al coche de Drácula. Lo que 
realmente serviría a nuestros propósitos serían la telepatía y la teleportación 
galácticas. 
 
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24/1/11

Alan Woods: La insurrección en Túnez y el futuro de la Revolución Árabe


La insurrección en Túnez y el futuro de la Revolución Árabe

Por: Alan Woods

Fecha de publicación: 24/01/11

El maravilloso movimiento revolucionario de los trabajadores y los jóvenes tunecinos es una inspiración y un ejemplo para el mundo entero. Por más de una semana Túnez ha estado viviendo una revolución de dimensiones épicas. El levantamiento de masas en Túnez ha desembocado en el derrocamiento del odiado dictador Zine al-Abidine Ben Ali después de 23 años en el poder.

El levantamiento cogió a casi todo el mundo por sorpresa, incluido el gobierno. El 6 de enero la revista The Economist, dijo con confianza: "Es improbable que los problemas de Túnez terminen con el derrocamiento del presidente de 74 años de edad o, incluso, que sacudan su modelo de autocracia". La nación norteafricana era como un refugio de estabilidad y prosperidad relativas, aunque gobernada con mano de hierro. Para los inversores extranjeros, Túnez ha sido un lugar seguro para invertir y una fuente de mano de obra barata. Para los turistas era un lugar para tumbarse al sol y disfrutar de la vida.

Pero lo que parecía como un rayo de un cielo azul, en realidad, había estado preparándose durante décadas. Esto refleja en parte el empeoramiento de la situación económica, que tiene su impacto más grave en la gente de los estratos sociales más bajos. Pero también refleja otra cosa, menos visible pero más importante. La revolución no se puede explicar sólo por la pobreza, ya que las masas siempre la han sufrido. Se trata de un proceso dialéctico en el que un millar de pequeñas injusticias se van sumando hasta que la acumulación llega a un punto crítico en el que una explosión es inevitable. Cuando la sociedad llega a este punto, cualquier accidente puede provocar la explosión.

En este caso la auto-inmolación de un vendedor de frutas en la ciudad de Sidi Bouzid fue la chispa que provocó una conflagración general. Mohamed Bouazizi, el joven que se prendió fuego era, en realidad, un graduado universitario que, como tantos otros, fue incapaz de encontrar un trabajo adecuado. Trató de salir adelante vendiendo frutas y verduras, pero incluso eso fue imposible porque la policía lo detuvo por vender sin permiso. Desesperado, decidió poner fin a su vida en un gesto dramático. Murió unas semanas después. Este incidente provocó una oleada de manifestaciones y disturbios.

El aumento de los precios de alimentos y otros bienes básicos, el desempleo galopante y la falta de libertad causó que los disturbios se extendieran por todo el país. Además de la gente pobre que comenzó la agitación, miles de estudiantes y trabajadores salieron a las calles para demostrar su odio hacia el régimen. Un nuevo elemento en la ecuación es el surgimiento de una capa grande de jóvenes graduados que no tienen perspectivas de trabajo. En un periodo en que millones tienen acceso a la televisión e Internet y cuando la gente es consciente del estilo de vida lujoso de los ricos, la imposibilidad de escapar de la pobreza extrema y el desempleo se vuelve cada vez más insoportable.

Ben Ali y el clan Trabelsi eran sinónimo de corrupción, enorme desigualdad, y represión política. Su corrupción era tal que provocó la indignación del embajador de EE.UU., como sabemos por las revelaciones de WikiLeaks. Comenzando como una protesta contra las intolerables condiciones de vida, el desempleo y el alto costo de vida, el movimiento de masas adquirió rápidamente un carácter político. Se puede resumir en una sola consigna: ¡Fuera Ben Ali!

Una vez que el fuego se encendió no había forma de extinguirlo. Una ola de disturbios se ha extendido por todo el país, con continuas manifestaciones masivas contra el desempleo, la subida de los precios de los alimentos y la corrupción. Un gran número de licenciados en paro, la frustración por la falta de libertades, los excesos de la clase dominante y la ira por la brutalidad de la policía parece que se han unido para dar inicio a una imparable ola de indignación pública.
De la represión a la concesión

Los enfrentamientos se volvieron mucho más mortales el fin de semana del 8-9 de enero, y luego se extendió a la capital Túnez. Sacudido por la revuelta en las calles, el régimen trató de salvarse combinando represión y concesiones. Como siempre, el primer recurso fue el uso de balas, gases lacrimógenos y porras. La ferocidad de la represión policial sorprendió incluso a endurecidos periodistas occidentales. Es imposible decir cuántos perdieron la vida en estos enfrentamientos sangrientos, pero según las organizaciones de derechos humanos por lo menos 60 personas han muerto.

Pero después de una semana se hizo evidente que estos métodos no estaban funcionando. Por el contrario, sólo sirvieron para echar más leña al fuego. Una vez que todo un pueblo se levanta y dice "no", ningún Estado, ejército o policía en el mundo lo puede detener.

Una vez que las masas comienzan a perder el miedo, un régimen dictatorial no puede salvarse sólo por la represión. Al principio, el Presidente negó que la policía hubiera reaccionado desproporcionadamente, diciendo que estaban protegiendo la propiedad pública contra un pequeño grupo de "terroristas". Esto no hizo nada para apaciguar a los manifestantes. Todas las universidades y las escuelas fueron cerradas en un intento por mantener a los jóvenes en casa y fuera de las calles. Esto también fracasó. Poco a poco, según su régimen se derrumbaba ante sus ojos, la realidad empezó a penetrar hasta en el torpe cráneo del presidente.

El 12 de enero, despidió a su Ministro del Interior y ordenó la liberación de todos los detenidos durante los disturbios. También creó un comité especial para "investigar la corrupción". Esto es como Satanás investigando a Belcebú. También se comprometió a hacer frente a la raíz del problema mediante la creación de 300.000 puestos de trabajo extras. Pero los disturbios continuaron y llegaron al centro de la capital el 13 de enero, a pesar de un toque de queda nocturno.

Ben Ali, a continuación, se comprometió a abordar el aumento de precios de los alimentos, permitir la libertad de la prensa e Internet, y "profundizar la democracia y revitalizar el pluralismo". También dijo que no modificaría la constitución para que le permitiera presentarse a las elecciones de nuevo en 2014. En un último acto de desesperación por salvarse a sí mismo, Ben Alí apareció en la televisión prometiendo que ya no se permitiría a la policía disparar contra los manifestantes y anunció una serie de reformas y concesiones. Es fácil conceder lo que ya no está en nuestro poder para preservar.

El Presidente sólo ordenó el cese de fuego cuando estaba claro que cualquier otra masacre de la policía provocaría un motín en el ejército, incluso en el nivel superior. Un sitio web francés informa de la existencia de un creciente malestar en las fuerzas armadas y de una escisión abierta entre la policía y el ejército: "Uno de los desarrollos nuevos e importantes a principios de esta semana fue el distanciamiento entre una parte del ejército y el régimen. El lunes, una docena de soldados montaba guardia en el palacio de justicia de Kasserine, tanto para evitar posibles disturbios en el interior como para proteger a los abogados, según informaron varios testigos.

Se recibieron numerosos informes de confraternización entre el Ejército y el pueblo y en algunos casos del Ejército protegiendo las manifestaciones contra las fuerzas de policía. Esta fue la razón por la que el ejército fue retirado de las calles de la capital y sustituido por la policía. Cuando la masiva manifestación llegó al palacio presidencial el pueblo y los soldados se abrazaron.

Las protestas llegaron a su punto culminante el viernes, cuando miles de personas se congregaron frente al Ministerio del Interior, un símbolo del régimen. Muchos subieron a su techo. La policía respondió con una lluvia de bombas lacrimógenas, pero fue en vano. Las masas en las calles habían adquirido un sentido de su poder y habían interpretado correctamente el discurso del Presidente como un signo de debilidad. Por todas partes se planteó la consigna: ¡Fuera Ben Ali! Ben Alí ya había prometido dimitir… en 2014. Pero este cálculo resultó ser un tanto optimista. La gente en las calles exigió –y obtuvo– su dimisión inmediata.

Con una prisa indecente, el ex presidente disolvió su gobierno y el parlamento del país, hizo las maletas y se dirigió al aeropuerto más cercano. El Sr. Ben Ali y su familia salieron de Túnez, y están buscando un lugar de asilo. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Es un hecho triste de la vida que cuando un hombre es exitoso y próspero tiene un montón de amigos, pero un fracaso le cierra todas las puertas.

El presidente Nicolás Sarkozy, cortésmente pero con firmeza, rechazó una petición de su viejo amigo a aterrizar su avión en Francia. Los últimos informes dicen que terminó en Jeddah, en Arabia Saudita, donde recibirá una bienvenida más favorable de los miembros de la Casa de Saud, que debe estar empezando a preocuparse de que ellos pueden esperar un destino similar alguna vez en un futuro no muy lejano.

La salida precipitada del Presidente ha preparado el terreno para una maniobra por arriba, con la ansiosa mano de Washington moviendo los hilos entre bastidores. Como primer paso, en un discurso televisado en la tarde del viernes, el Primer Ministro Mohamed Ghannouchi anunció que asumiría el papel de presidente interino, y se ha declarado el estado de emergencia.

Los soldados ya han comenzado a descolgar de vallas publicitarias y de las paredes de edificios públicos en todo el país los retratos omnipresentes del Sr. Ben Ali. Los líderes esperan que mediante la eliminación de los signos externos de un gobierno autoritario, las masas estén satisfechas y regresen a casa. Esto posibilitaría que la misma gente que gobernó antes mantuviera todas las palancas del poder, permitiendo al mismo tiempo que el pueblo tuviera la ilusión de que algo ha cambiado.

Esperar que esta gente introdujera reformas políticas significativas y elecciones libres y justas, sería el colmo de la estupidez. Mohamed Ghannouchi es uno de los líderes del antiguo régimen. Es el "hombre de Ben Ali". Él fue el arquitecto de las mismísimas políticas económicas que contribuyeron al caos actual. Ha estado en el centro del antiguo régimen desde el principio. No se puede esperar que defienda los intereses del pueblo. Al tiempo que ofrece bellos discursos sobre la democracia y el constitucionalismo, se basa en un estado de excepción, impuesto por el ejército y las fuerzas de seguridad.

Esta es una táctica dilatoria por parte del ejército y la elite del régimen para reprimir las protestas y restaurar su control del poder. La realidad detrás de la fachada "democrática" es el mantenimiento del decreto de estado de emergencia, que prohíbe reuniones de más de tres personas e impone un toque de queda nocturno. Las fuerzas de seguridad han sido autorizadas a abrir fuego contra cualquier persona que desafíe estas órdenes.
La hipocresía de los imperialistas

Todo esto ha hecho saltar la alarma en Washington, París y Londres. Los imperialistas se han sorprendido por los acontecimientos, que no previeron y que se han escapado de su control. Las revoluciones no respetan las fronteras, y mucho menos las fronteras artificiales establecidas por el imperialismo en el pasado que dividen el cuerpo vivo del Magreb.

África del Norte y Oriente Medio son fundamentales para los intereses económicos y estratégicos de los EE.UU. y la UE, especialmente Francia. Un analista de asuntos árabes de la BBC, Magdi Abdelhadi, fue citado diciendo: "La desaparición del Sr. Ben Ali podría sacudir todo el orden post-colonial en el norte de África y el resto del mundo árabe". Esto es muy cierto, y va al meollo de la cuestión.

Ahora que las masas han derrocado al viejo tirano con un levantamiento heroico, los gobiernos occidentales están apresurándose a reclamar la democracia. El presidente Sarkozy dijo que estaba al lado de los ciudadanos de Túnez, antiguo protectorado de su país. Nicolás Sarkozy ha elevado el cinismo a una forma de arte. Si hubiera un Premio Nobel de la hipocresía, sin duda lo ganaría.

El 28 de abril 2008, declaró durante uno de sus viajes a Túnez: "Su país está inmerso en la promoción de los derechos humanos universales y las libertades fundamentales...". Unos meses más tarde, el director gerente del FMI Dominique Strauss-Kahn, dijo en la capital, Túnez, que el régimen de Ben Ali era "el mejor modelo para muchos países emergentes".

Estos hombres no pueden alegar ignorancia. Durante décadas, las organizaciones pro derechos humanos han denunciado innumerables violaciones en Túnez, pero esto no impidió que el presidente de Francia fuera el primer Jefe de Estado (y uno de los pocos) en felicitar a Ben Ali después de su amañada "reelección" en 2009. Ahora el hombre mismo puede decir, sin siquiera ruborizarse: "Sólo el diálogo puede aportar una solución democrática y duradera a la crisis actual".

Estas astutas palabras están concebidas como una trampa para los incautos. A las masas revolucionarias se les aconseja que dejen de luchar y, en su lugar, que entren en un diálogo amistoso. ¿Con quién? Un diálogo con la misma gente que les ha robado y oprimido desde hace décadas, los mismos verdugos cuyas manos están manchadas de rojo con la sangre del pueblo. ¿Quién es el hombre que ofrece este consejo de amigo? Es el hombre que apoyó a los verdugos hasta el momento mismo en que Ben Ali fue derrocado por las masas. A lo largo de la sublevación del pueblo de Túnez, Sarkozy estuvo silencioso, pero su gobierno estaba tratando de salvar a la dictadura.

El ejército disparó fuego real contra gente desarmada, pero el portavoz del gobierno francés, Francois Baroin, dijo que la condena de la represión "supondría interferencia". ¡Como si la presencia permanente del ejército francés en muchos países africanos que no tienen nada que ver ni remotamente con democracia política no fuera una interferencia de primer orden!

El Ministro de Agricultura, Bruno Lemaire, era muy abierto en su defensa del dictador tunecino. Ben Ali "es alguien que a menudo es juzgado mal", pero "ha hecho muchas cosas", dijo. No se sabe a qué "cosas" se refería, si eran buenas o malas. Lo que sí sabemos es que el Ministro de Asuntos Exteriores francés, Alliot-Marie, fue aún más lejos que su colega, ofreciendo a Ben Ali "los conocimientos prácticos de nuestras fuerzas de seguridad". Así, los "demócratas" en París ofrecieron ayuda a la dictadura para reprimir a su propio pueblo en un país que Francia había colonizado durante 73 años. Los viejos hábitos se resisten a morir.

Tres días después del tiroteo de las masas desarmadas, el Primer Ministro, François Fillon, dijo que estaba "preocupado" por el "uso desproporcionado de la violencia", colocando así a las víctimas y a los verdugos en el mismo nivel. Utilizando los trucos de siempre, hizo un llamado a todas las partes involucradas a actuar con moderación y elegir el camino del diálogo. Pero nadie ha explicado nunca cómo es posible "elegir el camino del diálogo" con la policía disparando a todo lo que se mueve.

Ahora que el juego ha terminado, todos estos "demócratas" están ansiosos de aconsejar al pueblo tunecino. Y no sólo en París. Barack Obama ha tenido la amabilidad de condenar la violencia contra los ciudadanos tunecinos por "expresar pacíficamente su opinión en Túnez". Pero este mismo hombre, como sabemos por las revelaciones de WikiLeaks, estaba en plena posesión de todos los hechos relacionados con el régimen corrupto y represivo en Túnez y no hizo absolutamente nada al respecto.

Ahora este mismo hombre dice: "Aplaudo la valentía y la dignidad del pueblo tunecino". Pero se apresuró a añadir: "Insto a todas las partes a mantener la calma y evitar la violencia, y hago un llamado al gobierno tunecino a respetar los derechos humanos, y celebrar elecciones libres y justas en un futuro próximo que reflejen la verdadera voluntad y aspiraciones del pueblo tunecino".

Esta misma canción se está cantando por todos los lados. Es una canción de cuna tranquilizadora y, como todas las canciones de cuna, está diseñada para enviar a las masas de nuevo a dormir. Se les pide mantener la calma y "evitar la violencia". Todo lo que se requiere de las masas es que se vayan a casa en silencio, "mantengan la calma" y, sobre todo, "eviten la violencia". ¿No es extraño que siempre sean las masas a las que se les pide mantener la calma, permanecer tranquilas y "evitar la violencia", cuando son los ricos y poderosos quienes tienen el monopolio de la violencia, y lo usan para defender su poder y privilegios?

La gente ha tenido que afrontar las balas y las porras de la policía, han visto a sus compañeros, amigos y familiares, brutalmente golpeados, pateados, gaseados con gases lacrimógenos, detenidos, torturados y asesinados a sangre fría. Se les negó incluso el acceso a los cuerpos mutilados de sus seres queridos. Ahora se les aconseja mantenerse tranquilos, "evitar la violencia" y, sobre todo, abandonar las calles, desmovilizarse y regresar a casa ordenadamente con el fin de permitir que una banda de ladrones determine su destino. Se trata de una broma de muy mal gusto.
La revuelta se extiende

La erupción de descontento popular en Túnez y la vecina Argelia es una pesadilla para los líderes autoritarios en el norte de África y en el mundo árabe. Los regímenes corruptos y reaccionarios en el norte de África y Oriente Medio están temblando. Temen que el ejemplo dado por las masas en Túnez será seguido mañana por los trabajadores y campesinos de otras zonas donde existen los mismos problemas. Esa es la razón por la que en pocos días la revuelta se había expandido al país vecino de Argelia por el alza de los precios del azúcar, la leche y la harina, que resultó en la muerte de al menos cinco personas.

Al Jazeera informó que se oía a jóvenes gritando la consigna de "dadnos azúcar" y que manifestantes irrumpieron en los almacenes para robar sacos de harina en señal de protesta contra el precio de los alimentos, que había aumentado entre 20 y 30 por ciento en la primera semana de enero. En un intento de calmar a los manifestantes, el gobierno argelino ha impuesto recortes urgentes de los derechos de importación y los impuestos para ayudar a reducir el costo de los alimentos y afirma que ha "pasado la página" de los disturbios en todo el país.

Los disturbios en varias ciudades de Argelia sólo disminuyeron después de que el gobierno se comprometiera a hacer todo lo necesario para proteger a los ciudadanos del aumento del costo de la vida. Libia, Marruecos y Jordania también han anunciado planes para reducir los precios de los productos básicos. Pero la situación en Argelia sigue siendo muy inestable. Recordemos que durante todo el año de 2001, el sur de la región bereber de Argelia (Kabilia) fue el escenario de una insurrección generalizada. En Marruecos también, el régimen reaccionario del Rey Mohamed VI es muy inestable y tiene muchas similitudes con la situación en Túnez.

Justo antes de que Ben Ali fuera derrocado, el columnista Abdel al-Rashed escribió en el periódico Ash-Sharq al-Awsat: "Mucho de lo que impide la protesta y la desobediencia civil no es más que la barrera psicológica". El derrocamiento de Ben Ali, así como los esfuerzos en Argelia para apaciguar la ira sobre los aumentos de precios, habrán tenido el efecto de inhibir el temor que desde hace tiempo mantenía el descontento bajo control en toda la región. Las noticias por satélite y medios de comunicación sociales pueden dejar de lado las tácticas autocráticas y rápidamente pueden fusionar las frustraciones de los jóvenes de las regiones aisladas y desfavorecidas en un movimiento amplio.

La llama de la rebelión se está extendiendo a otros países árabes. El movimiento revolucionario en Túnez ha sido seguido muy de cerca en los canales regionales de televisión por satélite e Internet en todo el Oriente Medio, donde el alto desempleo, una población joven grande, una inflación disparada y una creciente brecha entre ricos y pobres están echando leña al fuego.

Argelia está justo al lado de Túnez, pero Ammán está a 1.500 millas (2.500 Km.) de Túnez. No obstante, la razón para el enojo de los manifestantes en Jordania era la misma, y también lo fueron las llamadas para que el líder dimitiera. Sintiendo temblar el suelo bajo sus pies, el rey Abdullah II ordenó una reducción de los precios y los impuestos sobre algunos alimentos y combustibles. El gobierno ya ha asignado £ 141 millones en el presupuesto de 2011 para subsidiar el pan, del cual dependen muchos pobres en un país de 7 millones de habitantes. El dinero también será utilizado para reducir el precio del combustible, así como para la creación de empleo, pero se trataba de un caso de demasiado poco y demasiado tarde.

Según un informe de Al Jazeera, los manifestantes fueron vistos llevando pancartas que decían "Jordania no es sólo para los ricos", "El pan es una línea roja", "Atención a nuestra hambre y furia". Más de 5.000 personas participaron en protestas en Jordania en un "día de ira" para protestar contra la escalada de precios de los alimentos y el desempleo en el mismo día en que, en otra parte del mundo árabe, el presidente de Túnez huyó del Estado norteafricano después de semanas de manifestaciones violentas.

Estudiantes de la Universidad de Jordania y seguidores del partido baasista también realizaron manifestaciones en Irbid, Karak, Salt y Maan, exigiendo que el Primer Ministro, Samir Rifai, renunciara. Los informes oficiales afirman que la policía logró contener a los manifestantes, formando círculos a su alrededor, y no hubo detenciones. Después de ver lo sucedido en Túnez, las autoridades jordanas se dieron cuenta de que los sangrientos enfrentamientos podrían volver las protestas en una insurrección.

El blog jordano de noticias Ammon informó que en la protesta, llamada "día de la ira", la gente gritaba: "Clase unida, el gobierno unido ha chupado tu sangre", y agitando carteles con panes prendidos a ellos. "Estamos protestando contra la política del gobierno, los altos precios e impuestos que han provocado la revuelta del pueblo jordano", dijo Tawfiq al-Batoush, un ex jefe de la municipalidad de Kayak, a Reuters.

Un informe de Tom Pfeiffer, Reuters, Sábado, 15 de enero 2011 contenía citas muy interesantes: "Esto podría ocurrir en cualquier lugar", dijo Imane, dueño de un restaurante en Egipto que no quiso dar su nombre completo. "Las imágenes de satélite e Internet que podemos ver hoy en día significa que la gente que normalmente estaría callada, ahora puede ver a los demás conseguir lo que quieren".

"No estamos acostumbrados a algo como esto en esta parte del mundo", dijo Kamal Mohsen, un estudiante libanés de 23 años de edad. "Es más grande que un sueño en una región donde la gente sigue diciendo '¿qué podemos hacer?'".

"Los jóvenes de todo el mundo árabe debe salir a la calle y hacer lo mismo. Es hora de reclamar nuestros derechos", dijo Mohsen, el estudiante libanés. "Los líderes árabes deberían estar muy asustados, porque no tienen nada que ofrecer a su gente sino miedo y cuando los tunecinos ganen, el miedo se superará y lo que suceda será contagioso. Es sólo cuestión de tiempo", añadió.

De todos los países árabes, el más importante es Egipto, con su poderosa clase obrera. Las preocupaciones acerca de su futuro se expresan en un reciente artículo en el Daily Star, un diario libanés:

"Cualquiera que espere una revolución en toda la región haría bien en mirar a Egipto, que importa cerca de la mitad de los alimentos consumidos por sus 79 millones de habitantes y está luchando con una inflación de más del 10 por ciento.

"Con un aparato de seguridad masivo dispuesto a reprimir rápidamente grandes protestas en las calles y con el principal partido de oposición de la Hermandad Musulmana excluido de la política formal, el mayor desafío del Estado proviene de las huelgas de las fábricas en el cinturón industrial del Delta del Nilo.

"La campaña por el cambio político de Egipto basada en Internet, la voz más crítica del país, no ha logrado ir más allá de la charlatanería de la clase media y llegar a los pobres en la calle.

"'Ha habido una división entre las luchas económicas y las luchas políticas en Egipto', dijo Laleh Khalili, un experto en Oriente Medio en la Universidad de Londres. 'Las huelgas han seguido, pero no han alcanzado el dominio público'.

"Sin embargo, esto podría cambiar si el descontento creciente por la inflación de los precios de alimentos se introduce en el malestar general acerca del estancamiento político y económico y la falta de oportunidades y libertad".

El Fondo Monetario Internacional dijo que las tasas de desempleo actual ya son muy altas y que la región necesita crear cerca de 100 millones de nuevos empleos para el año 2020. Pero en una situación en la que los presupuestos están bajo gran presión por el creciente costo de los alimentos importados y el combustible, esto será imposible, sobre todo en aquellos países que carecen de grandes reservas de energía.

"Existe el peligro de... volverse un poco cómodo con el argumento de que 'el Estado árabe saldrá del paso'", dijo esta semana en un blog Stephen Cook, del Consejo de Relaciones Exteriores de Estados Unidos. "Puede que no sean los últimos días de… [el Presidente de Egipto Hosni] Mubarak o de cualquier otro hombre fuerte de Oriente Medio. Pero es evidente que algo pasa en la región".
La necesidad de una perspectiva revolucionaria

Los expertos políticos burgueses se consuelan con la idea de que el ejemplo de Túnez no se extenderá para derrocar a los gobiernos autocráticos que van desde Rabat a Riad porque los movimientos de oposición son débiles y están desmoralizados. Pero no han captado la idea en absoluto.

El levantamiento de Túnez no fue organizado por la oposición, que también es débil y está desmoralizada. Fue un levantamiento espontáneo de las masas y fue imparable, precisamente porque no había ninguna organización reformista "responsable" que lo dirigiera hacia canales seguros. La debilidad o la ausencia de las organizaciones reformistas de masas no es un reflejo de la fuerza de los regímenes autocráticos, sino de su debilidad. Una vez que las masas comiencen a moverse, será como un coche que avanza cuesta abajo y sin frenos.

Como hemos señalado con relación a Irán, el carácter espontáneo del movimiento es al mismo tiempo su fuerza y su debilidad. En Túnez, las masas fueron lo suficientemente fuertes como para derrocar un régimen corrupto y podrido. Pero la pregunta es: ¿y ahora, qué?

"Nuestro gran problema es la falta de una perspectiva política", dijo Nizar Amami, uno de los dirigentes sindicales de la sección del PTT -UGTT, en una conversación con Mediapart el lunes al mediodía en Túnez. "No ha surgido ningún partido; el Partido Demócrata Progresista (PDP, el partido de la oposición legal) es muy débil. La UGTT ha ocupado el lugar de la oposición para lanzar consignas, acciones de solidaridad, etc., pero en cuanto al proyecto [político]… En fin, el régimen ha sido desestabilizado verdaderamente, y eso es algo realmente sin precedentes".

Emma Murphy es profesora en la Escuela de Gobierno y de Asuntos Internacionales en la Universidad de Durham, y es una experta en asuntos tunecinos. Ella fue entrevistada por la BBC:

"¿Pueden ellos [la oposición legal] ofrecer algo más al pueblo tunecino?"

Ella contestó lo siguiente:

"Probablemente no. Pero si la democracia ha de llegar, el Consejo de Dirección debe hacer indicaciones muy tempranas de que habrá reformas sustanciales para el sistema de partidos políticos, los procesos electorales, la libertad de asociación, los derechos civiles y la libertad de los medios de comunicación antes de las elecciones.

"Un pronto final del estado de emergencia y algunas indicaciones claras de que el Comité sobre la corrupción anunciado hace unos días se ocupará directamente de las actividades de los clanes de Ben Ali y de los Trabelsi servirían mucho para convencer a los tunecinos de que, esta vez, las promesas de un gobierno constitucional se cumplirán, de que esta vez la reconciliación nacional realmente significará exactamente eso, y de que el ejército, en la defensa de la estabilidad, no sucumbirá una vez más a la defensa de un régimen autoritario".

Podemos predecir con confianza que, en las próximas semanas y meses, un ejército de "amigos de la democracia" descenderá sobre Túnez: representantes de sindicatos "libres" con maletas llenas de dólares, hombres trajeados de los Estados Unidos y de la Unión Europea, ONGs por docenas, la Internacional "Socialista", la Fundación Friedrich Ebert, y otros frentes "respetables" de la CIA, todos ansiosos por proporcionar consejos y –para aquellos que estén dispuestos a seguirlos– considerables recursos materiales. El objetivo de esta gente puede resumirse en una palabra: la restauración del orden.

El orden puede restaurarse por diferentes medios. La contrarrevolución puede llevarse a cabo de una forma que oculte su ropaje dictatorial. Lo que Ben Ali no pudo conseguir con balas y porras, sus sucesores y sus valedores imperialistas esperan alcanzarlo a través de sonrisas y palabras amables, con la ayuda de dólares y euros. Sin embargo, el objetivo sigue siendo el mismo: sacar al pueblo de las calles, que el obrero vuelva a su torno, el campesino a su granja, y el estudiante a sus estudios. Lo que desean fervientemente es un rápido retorno a la normalidad: es decir, un rápido retorno a la vieja esclavitud bajo un nuevo nombre.

No puede depositarse absolutamente ninguna confianza en estos hipócritas "demócratas". Estos mismos gobiernos respaldaron el régimen dictatorial de Zine al-Abidine Ben Ali. Las grandes empresas occidentales hicieron jugosas ganancias allí y no tenían ninguna razón para quejarse por los bajos salarios, ya que esa era, en primer lugar, la base de sus ganancias. Estas damas y caballeros mantuvieron un silencio cortés durante décadas sobre el régimen podrido y represivo de Túnez porque ese mismo régimen estaba defendiendo sus ganancias. Ahora que ese régimen ha sido derrocado, encuentran de repente una voz para llamar a la "calma".

Los acontecimientos están moviéndose a la velocidad de la luz. Incluso mientras escribo estas líneas, Ghannouchi ya ha sido sustituido por el presidente del Parlamento, Fued Mebaza, que está intentando improvisar un Gobierno de unidad nacional para convocar nuevas elecciones en 60 días. Esto demuestra que el régimen es débil y está corroído por divisiones.

Trabajadores y jóvenes de Túnez, ¡manteneos en guardia! Lo que habéis conquistado es el resultado de vuestras propias luchas y sacrificios heroicos. ¡No permitáis que lo que habéis ganado con sangre os sea arrebatado con el fraude! No depositéis ninguna confianza en los grandes discursos y las promesas huecas. Confiad sólo en vuestra propia fuerza, vuestra propia auto-organización, y vuestra propia determinación.

La idea de un "gobierno nacional", que incluiría a los diferentes partidos políticos legales y, tal vez, a uno o dos más que los militares no consideraran una amenaza para la estabilidad del país y sus relaciones con aliados importantes, tales como los Estados Unidos y la Unión Europea, es otra trampa. La "oposición legal" es un conjunto de oportunistas débiles y cobardes, comprometidos durante años de connivencia –o de sumisión– con el régimen de Ben Ali.

El pueblo de Túnez no está formado por tontos o niños pequeños que se deje adormecer con palabras hipócritas. No debe desmovilizarse, sino, por el contrario, tiene que intensificar la movilización y darle una expresión organizada y generalizada. No debe darle ningún respiro a los restos del antiguo régimen. No debe permitir que estos bandidos reorganicen una nueva versión "democrática" del viejo régimen. El tiempo de las palabras ya pasó hace mucho. ¡No más intrigas! ¡Abajo el Gobierno! ¡Fin inmediato del Estado de emergencia! ¡Plena libertad de reunión, organización y de expresión! ¡Por una Asamblea Constituyente revolucionaria! ¡Por la disolución inmediata de todos los órganos represivos y juicio popular a los asesinos y torturadores!

Para lograr estas reivindicaciones, se debe organizar una huelga general a nivel nacional. La clase obrera es la única fuerza que tiene el peso necesario para derrocar el antiguo régimen y reconstruir la sociedad de arriba abajo. El proletariado debe ponerse a la cabeza de la sociedad. Esta es la única salida posible. La convocatoria de una huelga general ya ha encontrado eco en las agrupaciones locales de la UGTT. Según algunos informes, ya tuvieron lugar varias huelgas generales en algunas regiones la semana pasada (Kasserine, Sfax, Gabes, Kairuán y Jendouba).

Con miras a preparar una jornada de huelga general hay que formar comités de huelga a todos los niveles: local, regional y nacional. La vida misma nos enseña que la única manera de obtener la libertad y la justicia es a través de la acción directa de las masas. En Túnez la cuestión del poder se plantea abiertamente. Es necesario organizar y movilizar a todo el pueblo para propiciar el derrocamiento decisivo del antiguo régimen.

Ha habido informes de saqueos generalizados durante toda la noche pasada. Esto ha sido claramente organizado por las fuerzas policiales y por agentes provocadores leales a Ben Ali. Quieren crear una situación de caos que les permita hacer fracasar la revolución, para volver al pasado. También hay informes de que se están estableciendo comités barriales de autodefensa.

Los trabajadores deben confraternizar con los soldados que están de su lado. Debe haber un llamamiento a las filas del ejército para que se formen comités de soldados vinculados al pueblo. Los obreros y campesinos deben conseguir armas para su propia defensa y establecer una milicia popular en cada fábrica, barrio y pueblo para mantener el orden y defenderse de los bandidos y contrarrevolucionarios. Esto es crucial para el éxito de la revolución.
El renacimiento del marxismo árabe

No me cabe duda de que habrá gente "inteligente" que por alguna razón peculiar se considera marxista y que dirá que lo que está sucediendo en Túnez "no es una revolución", aunque, hay que decir la verdad, tampoco puede decir lo que es. En su libro La revolución permanente, Trotsky compara a los mencheviques con un viejo profesor de escuela que durante muchos años ha dado lecciones sobre la primavera. Pero una mañana abre la ventana y cuando es recibido por un sol radiante y el canto de los pájaros, cierra la ventana de golpe y declara que estas cosas son una aberración monstruosa de la naturaleza.

Los marxistas genuinos parten de la realidad viviente, no de los esquemas sin vida. La revolución de Túnez, en muchos aspectos, se parece a la revolución de febrero de Rusia en 1917. La Revolución ha comenzado claramente, pero no está completada. Ha logrado derrocar el régimen anterior, pero aún no ha sido capaz de poner nada en su lugar. Por lo tanto, es posible que la revolución pueda ser derrotada, particularmente ante la ausencia de una dirección auténticamente revolucionaria.

Si no hubiera sido por la presencia del Partido Bolchevique, la revolución de febrero habría terminado en una derrota. Por otra parte, si no hubiera sido por la presencia de Lenin y Trotsky, el Partido Bolchevique habría sido incapaz de ejercer el papel que jugó. La dirección habría sido ejercida por los dirigentes reformistas de los Soviets, y la revolución habría terminado en un naufragio. Si eso hubiera ocurrido, no habría ninguna duda de que esos mismos marxistas "inteligentes" habrían estado escribiendo montones de manuales, explicando que, por supuesto, no hubo ninguna revolución en Rusia, por las razones a, b, c y d.

Cuando estaba preparando este artículo y leía diferentes informes en Internet, me puse a leer algunos blogs anarquistas. Me ha interesado ver que hay personas "inteligentes", no sólo entre los marxistas, sino también entre los anarquistas. El autor del blog antes mencionado, se quejaba amargamente de la falta de apoyo a la revolución en Túnez debido a que no se ajusta a sus prejuicios anarquistas. Por lo menos tiene instintos revolucionarios saludables, a diferencia de los pedantes que se niegan a dar a la revolución tunecina un certificado de nacimiento, debido a que no se adecua a sus estúpidas ideas preconcebidas.

Durante décadas, se ha cultivado cuidadosamente la idea de que no hay base para el socialismo y el marxismo entre las masas de Oriente Medio y del norte de África. En la medida en que hay alguna oposición –dice el argumento– esta aparece bajo la bandera del fundamentalismo islámico. Pero este argumento es falso de raíz y está desmentido por los acontecimientos de Túnez. Las mujeres jóvenes que salieron a las calles para enfrentarse a la policía no llevaban el burka. Son personas educadas e inteligentes que hablan un buen francés e inglés. No exigen la introducción de la ley sharia, sino derechos democráticos y puestos de trabajo.

Esos llamados izquierdistas que han estado flirteando con el fundamentalismo islámico demuestran un desprecio por el nivel de comprensión de los trabajadores y la juventud árabes. Retratar a los fundamentalistas como una tendencia revolucionaria es una traición a la causa del socialismo. La futura revolución árabe se llevará a cabo no bajo la bandera negra del fundamentalismo islámico, sino bajo la bandera roja del socialismo.

En el pasado hubo una fuerte tradición socialista y comunista en el mundo árabe. Pero los crímenes del estalinismo tuvieron su efecto más terrible en esta parte del mundo. Los partidos comunistas de masas de Irak y Sudán fueron destruidos por la política traidora de las "dos etapas", que entregó el poder en un plato a los llamados burgueses progresistas, como Kassim y Nimeiri. Esto llevó a la aniquilación de la vanguardia comunista y a la consolidación de los regímenes dictatoriales, como el de Saddam Hussein, con todo lo que esto implicó para los pueblos del Medio Oriente.

La naturaleza aborrece el vacío. Lo mismo puede decirse de la política. El vacío dejado por el colapso del estalinismo dio paso a los fundamentalistas islámicos, que se presentan como "anti-imperialistas", a pesar del hecho de que fueron apoyados y financiados por el imperialismo de EE.UU. para combatir el "comunismo" y luchar contra las fuerzas soviéticas en Afganistán. Basta recordar que Osama bin Laden fue un agente de la CIA hasta que se peleó con sus viejos amigos de Washington.

En la manifestación de Bruselas de esta tarde (15 de enero), un camarada informó de una conversación que mantuvo con una mujer mayor tunecina. Ella le preguntó: "¿has visto hombres con barbas largas en nuestras manifestaciones en Túnez? ¡No! Porque no necesitamos a esas personas para liberarnos". Los fundamentalistas siempre han sido utilizados como un medio para desviar a las masas de la revolución socialista. No es casualidad que a Rashid Ghannoushi, un líder islámico, se le haya permitido volver del exilio y ahora se le está promocionando en los medios de comunicación tunecinos. Muchos están diciendo: "¡no echamos a Ben Alí para que ahora vengan los islamistas!".

Es muy importante subrayar que esta es la primera vez que un dictador árabe ha sido derrocado por su propio pueblo sin una intervención exterior. Esto representa una ruptura decisiva con una visión fatalista que, lamentablemente, se ha extendido en el mundo árabe y que dice: "sí ha habido muchas luchas pero siempre fuimos derrotados". Es significativo que en la manifestación de hoy en Bruselas el lema principal que se coreaba era: "¡Sí podemos!"

En cuanto a las repercusiones en otros países, un activista del movimiento, escribiendo en nawaat.org, una de las voces de la insurrección, tenía esto que decir: "el pueblo tunecino ha dado una lección a todo el mundo y, en particular, a los oprimidos del mundo árabe: no esperes nada de nadie y sí todo de ti mismo, y supera el miedo que paraliza tu voluntad y tu energía".

Las tradiciones socialistas siguen vivas y reúnen fuerza. Una nueva generación de activistas árabes está creciendo en las condiciones de crisis del capitalismo. En el curso de la lucha están aprendiendo rápido. Lo que están buscando es las ideas del marxismo. La magnífica obra de Marxy.com (la web en lengua árabe de la Corriente Marxista Internacional) está empezando a producir resultados importantes, no sólo en la defensa de las ideas y los principios del marxismo, sino en la organización revolucionaria práctica del trabajo y la solidaridad, como demuestra su campaña de apoyo a la revolución tunecina.

Ayer por la tarde, en el programa de la televisión tunecina Nessma (la mayor televisión del Magreb) con intelectuales y periodistas se preguntó acerca de cómo devolver al pueblo la riqueza que la familia de Ben Ali había robado a la gente. Un periodista dijo: debemos nacionalizar los bancos y todos los activos del clan Trabelsi. Entonces, uno mencionó el artículo “La primavera tunecina", y otro espontáneamente añadió: "sí conocemos ese artículo marxista (refiriéndose al título del primer artículo en Marxy.com sobre la insurrección tunecina) pero no hemos llegado todavía a esa primavera".

Esta es una pequeña anécdota, pero revela el eco que las ideas del marxismo están alcanzando en la izquierda de Túnez. Lo que hemos presenciado en Túnez es nada menos que los inicios de la revolución árabe, un evento colosal que va a cambiar el curso de la historia mundial. De un país a otro, las llamas de la revuelta se extenderán desde el Atlántico al Éufrates. El movimiento revolucionario se desarrollará y madurará, para levantarse al nivel de las tareas exigidas por la historia. Luchando codo a codo con las masas, las fuerzas del marxismo crecerán con ellas. La revolución árabe triunfará como una revolución socialista o no triunfará en absoluto.

    * ¡Abajo el régimen de Fued Mebaza!

    * ¡Plenos derechos democráticos, ya!

    * ¡Por una Asamblea Constituyente revolucionaria!

    * ¡Por la expropiación de todos los bienes robados por la camarilla de los Trabelsi!

    * ¡Victoria para los trabajadores y la juventud de Túnez!

    * ¡Viva la Revolución Socialista árabe!

 http://www.aporrea.org/internacionales/a116352.html

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15/1/11

Venezuela, ¿será que nos despertamos una mañana y los EE.UU. dejaron de existir?

Venezuela, ¿será que nos despertamos una mañana y los EE.UU. dejaron de existir? 

Por: Franz J. T. Lee

Venezuela no es una isla; aún como tal ni siquiera Cuba existe de manera 
aislada. Por lo tanto lo que está sucediendo en otras partes del mundo nos toca pronto o tarde directa o indirectamente. Los acontecimientos internacionales, 
especialmente lo que pasa en América del Norte, afectan directamente a 
Venezuela, y podrían tanto vigorizar nuestras esperanzas como causarnos las 
pesadillas más salvajes. 


Los EE.UU. son un país imperialista en la época de la globalización, es un 
Estado archi-capitalista. Nuestros problemas relacionados con los EE.UU. y 
Canadá tienen muy poco que ver con el "Imperio" de Alejandro el Grande o con la 
corona imperial de la reina Isabel II. América del Sur se ve amenazada por el 
imperialismo corporativo global, la fase superior del capitalismo. Por lo tanto, 
para luchar por el socialismo, Venezuela no puede ser anti-imperialista y 
pro-capitalista al mismo tiempo. Este sería el dilema clásico de querer comer su 
pastel y mantenerlo entero al mismo tiempo. 


Vamos a comentar brevemente algunos aspectos del actual colapso económico 
capitalista del imperialismo en América del Norte y sus consecuencias globales, 
también para Venezuela. 


Como ya sabemos, en este mismo momento, todas las clases dominantes globales y 
sus aliados correspondientes están tratando desesperadamente de detener el 
colapso del capitalismo mundial, del flujo cósmico de la historia moderna. Con 
todos los medios terroristas que justifican sus fines, por las buenas o por las 
malas, están truncando el cruce del Rubicón que separa la emancipación 
proletaria de la barbarie corporativa. Sin duda, frente a este colapso sistémico 
total, con todas sus fuerzas militares y económicas, los poderes dominantes 
metropolitanos y sus competidores por la hegemonía mundial, actualmente aceleran 
su diabólica explotación y dominación a escala mundial, como lo son el 'gobierno 
único mundial’, el control mental, la vigilancia política individual abierta y 
la vigilancia social encubierta. Por todos lados los EE.UU. están amenazando a 
Venezuela. 


En la incesante lucha de clase global, en las actuales guerras mundiales, esos 
ataques del humanismo militar cobran su tributo proletario. Pero también se ve 
claramente para qué y para quienes realmente tocan las campanas transhistóricas.

Marx dijo una vez que los países bárbaros y semi-bárbaros "podrían ver su futuro 
reflejado en el desarrollo de los países industrializados”. Hoy en día, en la 
época de la globalización, la que él mismo predijo en 1848, dialécticamente 
debería concluir que la gran potencia mundial, los Estados Unidos de América, 
debe ver su futuro, su colapso, reflejado en las actuales condiciones miserables 
de África, Asia y América del Sur.

En la medida en que la quiebra, la corrupción y el incumplimiento económico de 
los EE.UU. están avanzando, en que la explosión geométrica de la pauperización 
está sacudiendo los propios cimientos del corporatismo imperialista, y como las 
corporaciones se hunden en los lodazales sin fondo de la concentración y la 
monopolización del capital, del mismo modo el mundo entero se convertirá en una 
pesadilla de la migración; en muchos países irá a estallar el malestar social, 
como se puede presenciar en las ocurrencias más recientes en África del Norte, 
en Argelia y Túnez. Ciudades de carpas y pueblos fantasmas brotarán como los 
hongos de la noche a la mañana en todo el planeta, especialmente en Europa y 
América del Norte. En este último, ya los militares están en alerta por 
eventuales disturbios internos. 


¿Esto suena demasiado utópico, demasiado irrealista? 

Entonces sólo imagínese el siguiente escenario: 

Se acabaron los buenos tiempos de los Tres Gigantes, de las mega-ganancias de 
General Motors, Ford y Chrysler. Después de esa última gran caída lo que 
sobrevivió era sólo una industria automóvil fracturada y dispersa. Al igual que 
tantos barrios de chabolas y otros guetos en este mundo capitalista, Detroit 
puede hundirse en el olvido geográfico. 


Por ejemplo, Detroit, o partes de la ciudad, podrían convertirse en la ciudad 
fantasma típica del “Oeste Salvaje”. Sin negocio, inversión, infraestructura y 
empleo, Detroit perecería. Nadie compraría ningunos inmuebles o tiendas allí. 
Las clases altas y medias se huirían, y al igual que en la película “After 
People, (Después de la gente)”, luego la madre naturaleza se haría cargo de 
nuevo. El monte invadiera los cuatro canales de la autopista, en la que alguna 
vez las limusinas de lujo transportaron a los magnates y los directores 
ejecutivos hacia Wall Street y Atlantic City. En un escenario como este podría 
ocurrir que ni siquiera los más pobres entre los pobres comprarían esos "bienes 
inmuebles" por 100 dólares por tratarse de pueblos fantasmas abandonados.
 
Millones preferirían vegetar bajo los puentes y en chozas, y en los inviernos 
fríos elegirían a sufrir enfermedades como resultado de las horrendas tormentas 
de nieve. Por lo menos, antes de que la ‘reducción de la pobreza’ los alcance, 
aún tienen el privilegio de vivir cerca de regiones donde se pueden conseguir 
algunos trabajos de baja categoría para sobrevivir unos días más. 


Por supuesto, el escenario anterior es sólo ‘ciencia-ficción’, una especie de 
‘realidad virtual’. 


Sin embargo, allí surge la gran pregunta: Al igual que los Tres Gigantes y que 
el Hermano Mayor, ¿será que la ciudad de Detroit realmente se está muriendo y 
con ella también el capitalismo norteamericano? 


Al igual que en el caso de la Unión Soviética y las Torres Gemelas, ¿será que 
nos despertaríamos una mañana y observaríamos que los EE.UU. no existen más? 


Mientras tanto, la clase media de Estados Unidos se está desvaneciendo. Pronto 
los rascacielos de Nueva York podrían ser reemplazados por las ciudades de 
carpas y en el Oeste Salvaje como en otras regiones millones de "pieles rojas" 
masacrados dieran la vuelta en sus tumbas, para darles la bienvenida a los 
últimos ‘Mohicanos Blancos’ y fumar con ellos una pipa de paz eterna. 


Las élites del poder de los Estados Unidos y de la Unión Europea, de la OTAN y 
todos sus aliados, de la Comisión del Sur y de la Africom, del FBI y de la CIA, 
de la Organización Mundial del Comercio, del Fondo Monetario Internacional y sus 
respectivas contrapartes, todos ellos no pueden superar la velocidad de las 
ondas escalares naturales, no pueden detener la llegada de la primavera 
galáctica. 


En otros artículos habíamos advertido hace mucho tiempo que a pesar de los 
billones de dólares embuchados en los bolsillos de los banqueros corruptos, los 
EE.UU., de hecho, todo el sistema capitalista global se derrumbará cuanto antes. 
Económicamente los EE.UU. ya se encuentran prácticamente en bancarrota. No 
logran pagar sus deudas internacionales y nacionales. El propio Banco de Reserva 
Federal está al borde del colapso. Probablemente ni siquiera puede comprar el 
papel oficial en donde imprime los dólares devaluados. Claro, para Venezuela y 
América Latina, como patio trasero de los EE.UU., todo esto podría tener 
consecuencias catastróficas. Nos encontramos en el borde resbaladizo de un 
sistema capitalista mundial colapsado. 


Por último, Venezuela, nuestro problema no es el "Imperio", sino el capitalismo 
imperialista, la globalización.
franz@franzlee.org.ve 

12/1/11

LA DECADENCIA Y CAIDA DEL IMPERIO ESTADOUNIDENSE - By Alfred W. McCoy * - Tom Dispatch

LA DECADENCIA Y CAIDA DEL IMPERIO ESTADOUNIDENSE 
 Alfred W. McCoy *
Tom Dispatch


En el intento de minimizar la importancia de la actual filtración de Wikileaks 
de más de 250.000 documentos del Departamento de Estado, el secretario de 
defensa Robert Gates brindó recientemente el siguiente bocado de sabiduría 
típica de Washington:“El hecho es que los gobiernos tratan con EE.UU. porque les 
interesa, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros, y no porque 
crean que podemos guardar secretos… Algunos gobiernos tratan con nosotros porque 
nos temen, algunos porque nos respetan, la mayoría porque nos necesita. Todavía 
somos esencialmente, como se ha dicho antes, la nación indispensable.”
Ahora bien, ese tipo de sabiduría ciertamente suena sobria; es, en definitiva, 
lo que pasa por realismo geopolítico práctico en la capital de nuestra nación; y 
es verdad, Gates no es el primer alto responsable estadounidense que califica a 
EE.UU. de “la nación indispensable”; no dudo de que él y muchos otros 
protagonistas en la capital están convencidos de que somos globalmente 
indispensables. El problema es que las noticias debilitan, casi cada semana que 
pasa, su versión realista haciendo que parezca aún más fantasmagórica. La 
capacidad de Wikileaks, una pequeñísima organización de activistas, para 
burlarse de la superpotencia global, haciendo brillar repetidamente un foco de 
luz sobre la penumbra del secreto bajo el que a nuestra elite política y militar 
le gusta conducir sus asuntos, tampoco ha ayudado. Si nuestra condición de 
indispensables no se ha cuestionado, todavía, en Washington, lo que pasa en 
otras partes del planeta es otra cosa.
La pátina, otrora brillante, del “alguacil global” ha perdido su resplandor, y 
en Dodge City cada vez hay menos gente que presta el tipo de atención que 
Washington cree que merece. A mi juicio, el comentario más inteligente sobre el 
último escándalo de Wikileaks viene de Simon Jenkins del Guardian británico 
quien, al considerar las diversas revelaciones (por no hablar de los numerosos 
rumores globales), resumió la situación como sigue: “El derroche de dinero es 
asombroso. Los pagos de ayuda [estadounidenses] nunca se controlan, nunca se 
auditan, nunca se evalúan. La impresión es que la superpotencia mundial deambula 
inerme por un mundo en el cual nadie se comporta como debe. Irán, Rusia, 
Pakistán, Afganistán, Yemen, las Naciones Unidas, todos están perpetuamente 
fuera de guión. Washington reacciona como un oso herido en sus instintos 
imperiales, pero su proyección del poder es improductiva.”
A veces, para comprender precisamente dónde estamos actualmente, ayuda mirar 
hacia el pasado –en este caso, hacia lo que sucedió con anteriores poderes 
imperiales “indispensables”-; a veces no es menos útil mirar hacia el futuro. En 
su último artículo en TomDispatch, Alfred W. McCoy, autor hace poco de Policing 
America’s Empire: The United States, the Philippines, and the Rise of the 
Surveillance State, hace las dos cosas. Después de congregar a un grupo de 
trabajo global de 140 historiadores para considerar la suerte de EE.UU. como 
potencia imperial, nos ofrece un vistazo de cuatro posibles futuros (próximos). 
Producen una mirada monumental, incluso indispensable, de la rapidez con la cual 
es probable que nuestra indispensabilidad se disipe en los próximos años. 


La decadencia y caída del Imperio Estadounidense
Cuatro perspectivas para el fin del Siglo Estadounidense antes del año 2025
Alfred W. McCoy

¿Un aterrizaje suave de EE.UU. dentro de 40 años? No apuestes por ello. La 
defunción de EE.UU. como superpotencia global podría sobrevenir mucho antes de 
lo que cualquiera imagina. Si Washington sueña con que 2040 o 2050 sea el fin 
del Siglo Estadounidense, una evaluación más realista de las tendencias 
interiores y globales sugiere que en 2025, dentro de sólo 15 años, todo puede 
haber terminado, con la excepción del griterío.
A pesar del aura de omnipotencia proyectada por la mayoría de los imperios, una 
mirada a su historia debería recordarnos que son organismos frágiles. Tan 
delicada es su ecología del poder que, cuando las cosas comienzan a ir 
verdaderamente mal, los imperios regularmente se deshacen a una velocidad 
infame: sólo un año en el caso de Portugal, dos años la Unión Soviética, ocho 
años Francia, 11 años en el caso de los otomanos, 17 años para Gran Bretaña, y 
es muy probable que sean 22 años para EE.UU., a contar desde el crucial año 
2003.
Es probable que futuros historiadores identifiquen la incauta invasión de Iraq 
de Bush en ese año como el comienzo de la caída de EE.UU. Sin embargo, en lugar 
del derramamiento de sangre que marcó el fin de tantos imperios del pasado, con 
el incendio de ciudades y la matanza de civiles, este colapso imperial del Siglo 
XXI, podría tener lugar de un modo relativamente tranquilo mediante los 
tentáculos invisibles del colapso económico o la ciberguerra.
Pero no cabe duda: cuando finalmente acabe la dominación global de Washington, 
habrá dolorosos recuerdos cotidianos de lo que una pérdida de poder significa 
para los estadounidenses de todas las condiciones sociales. Como ha descubierto 
una media docena de naciones europeas, la decadencia imperial tiende a tener un 
impacto notablemente desmoralizador sobre una sociedad, y causa regularmente por 
lo menos una generación de privación económica. Al enfriarse la economía, las 
temperaturas políticas aumentan, y provocan a menudo un serio malestar interior.
Los datos económicos, educacionales y militares disponibles indican que, en lo 
que tiene que ver con el poder global de EE.UU., las tendencias negativas se 
sumarán rápidamente antes del año 2020 y es probable que alcancen una masa 
crítica como muy tarde en 2030. El Siglo Estadounidense, proclamado de modo tan 
triunfante al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, estará hecho jirones y 
desvaneciéndose antes de 2025, su octavo decenio, y podría ser historia antes 
del año 2030.

Significativamente, en 2008, el Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. 
admitió por primera vez que el poder global de EE.UU. estaba ciertamente en una 
trayectoria descendente. En uno de sus periódicos informes futuristas, 
Tendencias Globales 2025, el Consejo citó “la transferencia de riqueza y de 
poder económico globales que tiene lugar, a grandes rasgos, de Occidente a 
Oriente” y “sin precedentes en la historia moderna”, como factor primordial en 
la decadencia de la “fuerza relativa de EE.UU. – incluso en el campo militar.” 
Como muchos en Washington, sin embargo, los analistas del Consejo previeron un 
aterrizaje prolongado, muy suave, de la preeminencia global estadounidense, y 
albergaban la esperanza de que de alguna manera “retendría capacidades militares 
singulares”… durante mucho tiempo… “para proyectar poder militar globalmente” 
durante décadas.
¡Qué va! Según las proyecciones actuales, EE.UU. se encontrará en segundo lugar 
después de China (que ya es la segunda economía del mundo por su tamaño) en la 
producción económica hacia 2026, y detrás de India en 2050. De la misma manera, 
la innovación china se desplaza hacia el liderazgo mundial en ciencias aplicadas 
y en tecnología militar en algún momento entre los años 2020 y 2030, cuando se 
jubile el actual suministro de brillantes científicos e ingenieros de EE.UU., 
sin un reemplazo adecuado por una generación más joven sin la formación 
adecuada.
Al llegar 2020, según los planes actuales, el Pentágono hará un intento militar 
desesperado a favor de un imperio moribundo. Lanzará una triple bóveda letal de 
robots aeroespaciales avanzados que representa la última esperanza de Washington 
de retener el poder global a pesar de su decreciente influencia económica. Antes 
de ese año, sin embargo, la red global de satélites de comunicaciones de China, 
respaldada por los superordenadores más poderosos del mundo, también estará en 
pleno funcionamiento, suministrando a Pekín una plataforma independiente para la 
militarización del espacio y un poderoso sistema de comunicaciones para ataques 
de misiles o cibernéticos en cualquier cuadrante del globo.
Envuelta en arrogancia imperial, como Whitehall o el Quai d'Orsay antes de ella, 
la Casa Blanca todavía parece imaginar que la decadencia de EE.UU. será gradual, 
suave y parcial. En su discurso sobre el Estado de la Unión de enero pasado, el 
presidente Obama expresó las palabras tranquilizantes de que “yo no acepto un 
segundo lugar para EE.UU.” Pocos días después, el vicepresidente Biden 
ridiculizó la idea misma de que “estamos destinados a hacer realidad la profecía 
de [el historiador Paul] Kennedy de que vamos a ser una gran nación que ha 
fracasado porque perdimos el control de nuestra economía y nos extendimos 
demasiado”. De la misma manera, en la edición de noviembre de la revista del 
establishment Foreign Affairs, el gurú neoliberal de la política exterior Joseph 
Nye descartó hablar del ascenso económico y militar de China, desechando 
“metáforas engañosas de decadencia orgánica” y negando que haya algún deterioro 
del poder global de EE.UU.
Los estadounidenses de a pie, que ven que sus puestos de trabajo parten al 
extranjero, tienen una visión más realista que sus dirigentes mimados. Un sondeo 
de opinión en agosto de 2010 estableció que un 65% de los estadounidenses cree 
que el país se encuentra ahora “en un estado de decadencia”. Australia y 
Turquía, aliados militares tradicionales de EE.UU., ya utilizan sus armas hechas 
en EE.UU. para maniobras aéreas y navales conjuntas con China. Los socios 
económicos más cercanos de EE.UU. ya se apartan de la oposición de Washington a 
los tipos de cambio manipulados por China. Mientras el presidente volvía de su 
tour asiático el mes pasado, un titular pesimista del New York Times resumió el 
momento como sigue: “La visión económica de Obama se rechaza en la escena 
mundial; China, Gran Bretaña y Alemania cuestionan a EE.UU.; Las conversaciones 
comerciales con Seúl también fracasan.”
Vista históricamente, la cuestión no es si EE.UU. perderá su poder global 
indiscutible, sino cuánto de precipitada y desgarradora tendrá la decadencia. En 
lugar de las ilusiones de Washington, utilicemos la propia metodología futurista 
del Consejo Nacional de Inteligencia para sugerir cuatro perspectivas realistas 
de cómo, estrepitosamente o con un quejido, el poder global de EE.UU. podría 
llegar a su fin en los años veinte de este siglo (junto con cuatro evaluaciones 
adjuntas sobre dónde nos encontramos actualmente). Las perspectivas futuras 
incluyen: decadencia económica, crisis del petróleo, desventura militar y la 
Tercera Guerra Mundial. Aunque difícilmente son las únicas posibilidades cuando 
se trata de la decadencia o incluso del colapso de EE.UU., abren una ventana 
sobre un futuro que se aproxima rápidamente.

 
Decadencia económica: Situación actual
Actualmente existen tres amenazas principales a la posición dominante de EE.UU. 
en la economía global: la pérdida de influencia económica debido a la 
disminución de su parte en el comercio mundial, la decadencia de la innovación 
tecnológica estadounidense y el fin del estatus privilegiado del dólar como 
moneda mundial de reserva.
En 2008, EE.UU. ya había caído al tercer puesto en las exportaciones globales de 
mercaderías, con sólo un 11% en comparación con un 12% de China y un 16% de la 
Unión Europea. No hay motivos para creer que esa tendencia se revierta.
De la misma manera desaparece el liderazgo estadounidense en la innovación 
tecnológica. En 2008, EE.UU. ocupaba todavía el segundo lugar después de Japón 
en las solicitudes mundiales de patentes con 232.000, pero China se aproximaba 
rápidamente con 195.000, gracias a un fulgurante aumento del 400% desde el año 
2000. Un presagio de más decadencia: en 2009 EE.UU. llegó al punto más bajo 
entre 40 naciones estudiadas por la Fundación de Tecnología & Innovación de la 
Información en cuanto al “cambio” en la “competitividad global basada en la 
innovación” durante la década anterior. Agregando sustancia a esas estadísticas, 
el Ministerio de Defensa de China presentó en octubre el superordenador más 
rápido del mundo, el Tianhe-1A, tan poderoso, dijo un experto estadounidense, 
que “liquida a la máquina Nº 1” existente en EE.UU.
Hay que agregar a esta clara evidencia que el sistema educacional de EE.UU., esa 
fuente de futuros científicos e innovadores, se está quedando atrás con respecto 
a sus competidores. Después de ser líderes mundiales durante décadas en personas 
de entre 25 y 34 años con títulos universitarios, el país bajó al puesto número 
12 en 2010. El Foro Económico Mundial ubicó a EE.UU. en el mediocre puesto 52 
entre 139 naciones en la calidad de su instrucción universitaria en matemáticas 
y ciencias en 2010. Casi la mitad de los estudiantes graduados en ciencias en 
EE.UU. son ahora extranjeros, que en su mayoría volverán a casa, sin quedarse 
aquí como hubiera sido el caso en otros tiempos. En 2025, en otras palabras, es 
probable que EE.UU. enfrente una escasez crítica de científicos de talento.
Tendencias negativas semejantes alientan una crítica cada vez más fuerte del 
papel del dólar como moneda de reserva mundial. “Otros países ya no están 
dispuestos a aceptar la idea de que EE.UU. sepa lo que es mejor en política 
económica”, señaló Kenneth S. Rogoff, ex economista jefe del Fondo Monetario 
Internacional. A mediados de 2009, cuando los bancos centrales del mundo poseían 
astronómicos 4 billones [millones de millones] de dólares en valores del Tesoro 
de EE.UU., el presidente ruso Dimitri Medvedev insistió en que era hora de 
acabar con “el sistema unipolar artificialmente mantenido” basado en “una moneda 
de reserva que en otros tiempos solía ser fuerte”.
Al mismo tiempo, el gobernador del banco central de China sugirió que el futuro 
podría ser una moneda global de reserva “desconectada de naciones individuales” 
(es decir del dólar estadounidense). Son indicadores de un mundo que viene y de 
un posible intento, como ha argumentado el economista Michael Hudson, “de 
acelerar la bancarrota del orden mundial financiero-militar estadounidense”.

Decadencia económica: Perspectiva 2020 
En 2020, como se esperaba desde hace tiempo después de años de crecientes 
déficit nutridos por incesantes guerras en tierras distantes, el dólar 
estadounidense termina por perder su estatus especial como moneda de reserva del 
mundo. Repentinamente, el coste de las importaciones se dispara. Incapaz de 
pagar los crecientes déficit mediante la venta en el extranjero de valores 
devaluados del Tesoro, Washington acaba viéndose obligado a reducir su inflado 
presupuesto militar. Bajo presión dentro y fuera del país, Washington retira 
lentamente las fuerzas estadounidenses de cientos de bases en ultramar a un 
perímetro continental. Pero ahora, sin embargo, ya es demasiado tarde.
Enfrentadas a una superpotencia decadente incapaz de pagar sus cuentas, China, 
India, Irán, Rusia, y otras potencias, grandes y regionales, cuestionan 
provocativamente el dominio de EE.UU. sobre los océanos, el espacio y el 
ciberespacio. Mientras tanto, en medio de precios en alza, un desempleo que 
aumenta continuamente y una disminución continua de los salarios reales, las 
divisiones interiores aumentan hasta convertirse en choques violentos y debates 
divisivos, a menudo por temas notablemente irrelevantes. Aprovechando una ola 
política de desilusión y desesperación, un patriota de extrema derecha captura 
la presidencia con una retórica resonante, exigiendo respeto para la autoridad 
de EE.UU. y amenazando con represalias militares o económicas. El mundo 
prácticamente no presta atención mientras el Siglo Estadounidense termina en 
silencio.

Crisis del petróleo: Situación actual
Una víctima del poder económico debilitado de EE.UU. ha sido su control sobre 
los suministros globales de petróleo. Acelerando por delante de la economía 
sedienta de gasolina de EE.UU., China se convirtió en el primer consumidor de 
energía durante este verano, una posición que EE.UU. ha mantenido durante más de 
un siglo. El especialista en energía Michael Klare ha argumentado que este 
cambio significa que China “fijará el ritmo de nuestro futuro global”.
En 2025, Irán y Rusia controlarán casi la mitad de todo el suministro de gas 
natural del mundo, lo que potencialmente les dará una inmensa influencia sobre 
una Europa hambrienta de energía. Si se agregan a la mezcla las reservas de 
petróleo, en sólo 15 años, como ha advertido el Consejo Nacional de 
Inteligencia, dos países, Rusia e Irán, podrían “aparecer como elementos 
esenciales en el campo de la energía”. (Esta es la verdadera razon del cerco 
militar y economico de Washintong a Rusia e Iran)
A pesar de una inventiva notable, las grandes reservas de petróleo de las 
principales potencias del petróleo que permiten una extracción fácil y barata se 
están agotando. La verdadera lección del desastre del petróleo de Deepwater 
Horizon en el Golfo de México no fueron los negligentes estándares de seguridad 
de BP, sino el simple hecho que todos vieron en la marea negra: a uno de los 
gigantes corporativos de la energía no le quedó otra alternativa que buscar 
petróleo difícil de extraer a kilómetros bajo la superficie del océano a fin de 
mantener el nivel de sus beneficios.
Para complicar el problema, chinos e indios se han convertido repentinamente en 
consumidores mucho más fuertes de energía. Incluso si los suministros de 
combustibles fósiles se mantuvieran constantes (que no será el caso), es casi 
seguro que aumente la demanda, y por lo tanto los costes, y lo harán 
considerablemente. Otras naciones desarrolladas encaran agresivamente esta 
amenaza lanzándose a programas experimentales para desarrollar fuentes de 
energías alternativas. EE.UU. ha tomado otro camino y ha hecho muy poco para 
desarrollar fuentes alternativas mientras, en los tres últimos decenios, ha 
duplicado su dependencia de importaciones de petróleo extranjero. Entre 1973 y 
2007, las importaciones de petróleo han aumentado de un 36% de la energía 
consumida en EE.UU. a un 66%.

 
La crisis del petróleo: Perspectiva 2025
EE.UU. sigue dependiendo tanto de petróleo extranjero que unos pocos 
acontecimientos adversos en el mercado global de energía en 2025 provocan una 
crisis del petróleo. En comparación hace que la crisis del petróleo de 1973 
(cuando los precios se cuadruplicaron en unos meses) parezca un grano de arena. 
Molestos por el valor descendiente del dólar, los ministros del petróleo de la 
OPEP, reunidos en Riad, exigen que los futuros pagos de energía sea hagan hechos 
en un “canasto” de yen, yuan, y euros. Eso sólo aumenta aún más el coste de las 
importaciones de petróleo de EE.UU. Al mismo tiempo, mientras firman una nueva 
serie de contratos de suministro a largo plazo con China, los saudíes 
estabilizan sus propias reservas de divisas extranjeras cambiando al yuan. 
Mientras tanto, China invierte innumerables miles de millones en la construcción 
de un gasoducto masivo trans-asiático y en el financiamiento de la explotación 
por Irán del mayor yacimiento de gas natural del mundo en South Pars, en el 
Golfo Pérsico.
Preocupados de que la Armada de EE.UU. ya no pueda proteger los buques tanque 
que viajan desde el Golfo Pérsico para alimentar Asia del Este, se forma una 
coalición de Teherán, Riad y Abu Dabi en una inesperada nueva alianza del Golfo 
y afirman que la nueva flota china de rápidos portaaviones patrullará en el 
futuro el Golfo Pérsico desde una base en el Golfo de Omán. Bajo fuerte presión 
económica, Londres acepta cancelar el arriendo por EE.UU. de su base en el 
Océano Índico en la isla de Diego Garcia, mientras Canberra, bajo presión de los 
chinos, informa a Washington de que ya no aceptará que la Séptima Flota utilice 
Fremantle como su puerto de base, expulsando efectivamente a la Armada de EE.UU. 
del Océano Índico.
Con unos pocos plumazos y algunos concisos anuncios, se abandona en 2025 la 
“Doctrina Carter”, mediante la cual el poder militar de EE.UU. debía proteger 
eternamente el Golfo Pérsico. Todos los elementos que garantizaron durante mucho 
tiempo los suministros ilimitados de petróleo a bajo coste de esa región para 
EE.UU. –la logística, las tasas de cambio, y el poder naval– se evaporan. En 
esas condiciones, EE.UU. sólo puede cubrir un insignificante 12% de sus 
necesidades de energía con su naciente industria de energía alternativa, y sigue 
dependiendo de petróleo importado para la mitad de su consumo de energía.
La crisis del petróleo que sobreviene golpea al país como un huracán y sube los 
precios a alturas alarmantes, convirtiendo los viajes en gastos asombrosos, 
causando la caída libre de los salarios reales (que habían estado disminuyendo 
desde hace tiempo) y haciendo que las exportaciones restantes de EE.UU. pierdan 
competitividad. Con la baja de las temperaturas, los precios del gas por las 
nubes y el derramamiento de dólares para pagar petróleo caro, la economía 
estadounidense se paraliza. Con el fin de alianzas deterioradas hace tiempo y el 
aumento de las presiones fiscales, las fuerzas militares estadounidenses acaban 
emprendiendo una retirada por etapas de sus bases en ultramar. Dentro de unos 
pocos años, EE.UU. estara prácticamente en bancarrota y el reloj se acerca a la 
hora cero del Siglo Estadounidense.

 
Desventura militar: Situación actual
En contra de la intuición, a medida que se debilita su poder, los imperios caen 
a menudo en imprudentes aventuras militares. Este fenómeno es conocido entre 
historiadores del imperio como “micro-militarismo” y parece involucrar esfuerzos 
psicológicamente compensatorios para salvar el escozor de la retirada ocupando 
nuevos territorios, por breve y catastrófico que sea. Estas operaciones, 
irracionales incluso desde un punto de vista imperial, producen frecuentemente 
gastos que desangran la economía o humillantes derrotas que sólo aceleran la 
pérdida de poder.
A través del tiempo, imperios asediados han padecido de una arrogancia que los 
lleva a caer cada vez más profundo en desventuras militares hasta que la derrota 
se convierte en una debacle. En en año 413 a. de C., Atenas debilitada envió 200 
barcos para que fueran sacrificados en Sicilia. En 1921, la España imperial 
moribunda despachó a 20.000 soldados para que fueran masacrados por guerrilleros 
bereberes en Marruecos. En 1956, el debilitado Imperio Británico destruyó su 
prestigio al atacar Suez. Y en 2001 y 2003, EE.UU. ocupó Afganistán e invadió 
Iraq. Con la arrogancia extrema que ha marcado a los imperios durante milenios, 
Washington aumentó sus tropas en Afganistán a 100.000, expandió la guerra a 
Pakistán, y extendió su compromiso hasta 2014 y más allá, exponiéndose a 
desastres grandes y pequeños en ese cementerio de imperios infestado de 
guerrillas y con armas nucleares.

 
Desventura militar: Perspectiva 2014
El “micro-militarismo” es tan irracional, tan impredecible, que las perspectivas 
aparentemente estrambóticas pronto son superadas por los acontecimiento. Ya que 
las fuerzas armadas de EE.UU. se requieren al máximo desde Somalia a las 
Filipinas, y las tensiones aumentan en Israel, Irán, y Corea, se multiplican las 
posibles combinaciones para una desastrosa crisis militar en el extranjero.
Estamos a mediados de verano de 2014, y una guarnición reducida de EE.UU. en la 
asediada Kandahar en el sur de Afganistán es repentina e inesperadamente 
invadida por guerrilleros talibanes, mientras los aviones estadounidenses no 
pueden despegar debido a una cegadora tormenta de arena. Sufre considerables 
bajas y como represalia, un azorado comandante estadounidense envía bombarderos 
B-1 y cazas F-16 a demoler vecindarios enteros de la ciudad que supuestamente se 
encuentran bajo control de los talibanes, mientras aviones AC-130U con armamento 
pesado barren los escombros con el devastador fuego de sus cañones.
Pronto hay mulás que predican la yihad desde mezquitas de toda la región y 
unidades del ejército afgano entrenadas durante mucho tiempo por fuerzas 
estadounidenses para cambiar el progreso de la guerra comienzan a desertar en 
masa. Combatientes talibanes lanzan entonces una serie de ataques notablemente 
sofisticados contra guarniciones de EE.UU. en todo el país, causando un gran 
aumento de las bajas estadounidenses. En escenas que recuerdan Saigón en 1975, 
los helicópteros rescatan a soldados y civiles estadounidenses desde las azoteas 
en Kabul y Kandahar.
Mientras tanto, molestos por el interminable impasse de Palestina que ya dura 
decenios, dirigentes de la OPEP imponen un nuevo embargo del petróleo contra 
EE.UU. en protesta por su apoyo a Israel así como por la muerte de innumerables 
civiles musulmanes en sus continuas guerras en todo Gran Oriente Próximo. Con el 
aumento de los precios de la gasolina y el agotamiento de las refinerías, 
Washington entra en acción y envía fuerzas de Operaciones Especiales a 
apoderarse de puertos petroleros en el Golfo Pérsico. Esto, por su parte, 
provoca una serie de ataques suicidas y el sabotaje de oleoductos y pozos de 
petróleo. Mientras tanto nubes negras suben al cielo y los diplomáticos se alzan 
en la ONU para denunciar amargamente las acciones de EE.UU., comentaristas en 
todo el mundo vuelven a la historia para hablar del “Suez de EE.UU.”, una 
referencia contundente a la debacle de 1956 que marcó el fin del Imperio 
Británico.

 
La Tercera Guerra Mundial: Situación actual
En el verano de 2010, las tensiones militares entre EE.UU. y China aumentan en 
el Pacífico occidental, considerado otrora como un “lago” estadounidense. Hasta 
un año antes nadie habría predicho un acontecimiento semejante. Tal como 
Washington aprovechó su alianza con Londres para apropiarse de gran parte del 
poder global de Gran Bretaña después de la Segunda Guerra Mundial, China utiliza 
ahora los beneficios de su comercio de exportación con EE.UU. para financiar lo 
que probablemente se convertirá en un desafío a la dominación estadounidense 
sobre vías navegables de Asia y del Pacífico.
Con sus crecientes recursos, Pekín reivindica un vasto arco marítimo de Corea a 
Indonesia, dominado desde hace tiempo por la Armada de EE.UU. En agosto, después 
que Washington expresó un “interés nacional” del Mar del Sur de China y realizó 
ejercicios navales allí para reforzar esa afirmación, el Global Times oficial de 
Pekín respondió airadamente, diciendo: “El combate de lucha libre entre EE.UU. y 
China por el tema del Mar del Sur de China ha aumentado las apuestas sobre quién 
será el verdadero gobernante del planeta”.
Entre crecientes tensiones, el Pentágono informa de que Pekín tiene ahora “la 
capacidad de atacar… portaaviones [estadounidenses] en el Océano Pacífico 
occidental” y apuntar a “fuerzas nucleares en todo… EE.UU. continental”. Al 
desarrollar “capacidades ofensivas nucleares, espaciales y de guerra 
cibernética”, China parece determinada a competir por la dominación de lo que el 
Pentágono llama “el espectro de la información en todas las dimensiones del 
espacio de batalla moderno”. Con el continuo desarrollo del poderoso cohete 
propulsor Larga Marcha V, así como el lanzamiento de dos satélites en enero de 
2010 y otro en julio, para llegar a un total de cinco, Pekín señala que el país 
hace rápidos progresos hacia una red “independiente” de 35 satélites para 
capacidades de posicionamiento global, comunicaciones, y de reconocimiento hasta 
el año 2020.
Para frenar a China y extender su posición militar en el globo, Washington se 
propone construir una nueva red digital de robótica aérea y espacial, 
capacidades avanzadas de guerra cibernética y de vigilancia electrónica. Los 
planificadores militares esperan que este sistema integrado envuelva a la tierra 
en un enrejado cibernético capaz de cegar a ejércitos enteros en el campo de 
batalla o de eliminar a un solo terrorista en un campo o favela. En 2020, si 
todo se desarrolla según el plan, el Pentágono lanzará un escudo de tres niveles 
de drones espaciales –que llega de la estratósfera a la exosfera, armado de 
misiles ágiles, vinculados por un sistema satelital modular elástico, y operado 
mediante una vigilancia telescópica total.
En abril pasado, el Pentágono hizo historia. Amplió las operaciones de drones a 
la exosfera al lanzar silenciosamente el transbordador espacial sin tripulación 
X-37B a una órbita baja a 410 kilómetros sobre el planeta. El X-37B es el 
primero de una nueva generación de vehículos sin tripulación que marcará la 
militarización total del espacio, creando un campo para futuras guerras, 
diferente de todo lo visto anteriormente.

Tercera Guerra Mundial: Perspectiva 2025
La tecnología de la guerra espacial y cibernética es tan nueva e imprevisible 
que incluso las perspectivas más extravagantes pueden verse pronto sobrepasadas 
por una realidad que es todavía difícil de concebir. Sin embargo, si simplemente 
empleamos el tipo de perspectivas utilizado por la propia Fuerza Aérea en su 
Juego de Capacidades Futuras de 2009, podemos obtener “un mejor entendimiento de 
cómo el aire, el espacio y el ciberespacio se superponen en la guerra”, y así 
comenzar a imaginar cómo podría librarse en realidad la próxima guerra mundial.
Son las 11:59 pm del jueves de Acción de Gracias en 2025. Mientras los 
compradores aporrean los portales de Mejor Compra a la busca de grandes 
descuentos de la más reciente electrónica china, técnicos de la Fuerza Aérea de 
EE.UU. en el Telescopio de Vigilancia del Espacio (SST) en Maui se atoran con su 
café cuando sus monitores panorámicos repentinamente se ponen negros. A miles de 
kilómetros de distancia en el centro de operaciones del Cibercomando de EE.UU. 
en Texas, los ciberguerreros pronto detectan binarios maliciosos que, aunque 
disparados anónimamente, muestran las características huellas digitales del 
Ejército Popular de Liberación de China.
El primer ataque abierto no ha sido predicho por nadie. Malware china se apodera 
del control de los robots a bordo de un drone no tripulado de alimentación solar 
“Vulture” mientras vuela a 21.000 metros sobre el Estrecho Tsushima entre Corea 
y Japón. Repentinamente dispara todas las cápsulas de cohetes bajo su enorme 
envergadura de 122 metros, enviando docenas de misiles letales a caer 
inofensivamente en el Mar Amarillo, desarmando efectivamente esa formidable 
arma.
Determinada a combatir el fuego con fuego, la Casa Blanca autoriza un ataque en 
represalia. Confiados en que su sistema satelital F-6 “Fraccionado, de Libre 
Vuelo” es impenetrable, los comandantes de la Fuerza Aérea en California 
transmiten códigos robóticos a la flotilla de drones espaciales X-37B que vuelan 
en órbita a 400 kilómetros sobre la tierra, ordenando que lancen sus misiles 
“Triple Terminator” contra los 35 satélites chinos. Ninguna reacción. Cerca del 
pánico, la Fuerza Aérea lanza su Vehículo Crucero Hipersónico Falcon en un arco 
a 160 kilómetros sobre el Océano Pacífico y luego, sólo 20 minutos después, 
envía sus códigos informáticos para disparar misiles contra siete satélites 
chinos en órbitas cercanas. Repentinamente, los códigos de lanzamiento dejan de 
operar.
A medida que el virus chino se propaga incontrolablemente por la arquitectura 
satelital F-6, mientras esos superordenadores estadounidenses de segunda no 
logran descodificar el código infernalmente complejo del malware, son afectadas 
las señales de GPS cruciales para la navegación de barcos y aviones de EE.UU. en 
todo el mundo. Flotas de portaaviones comienzan a navegar en círculos en medio 
del Pacífico. Escuadrones de cazas bajan a tierra. Drones Reaper vuelan 
desorientados hacia el horizonte, y se estrellan cuando se acaba su carburante. 
Repentinamente, EE.UU. pierde lo que su Fuerza Aérea ha calificado desde hace 
tiempo de “máxima posición elevada”: el espacio. En pocas horas, el poder 
militar que había dominado el globo durante casi un siglo ha sido derrotado en 
la Tercera Guerra Mundial sin una sola víctima humana.

¿Un Nuevo Orden Mundial?
Incluso si los futuros eventos resultan ser más aburridos de lo que sugieren 
estas cuatro perspectivas, todas las tendencias significativas apuntan a una 
decadencia mucho más impresionante del poder global estadounidense hasta 2025 
que va más allá de todo lo que Washington parece estar considerando.
A medida que sus aliados en todo el mundo comiencen a reajustar sus políticas 
para ajustarlas a la percepción de las potencias asiáticas ascendentes, el coste 
de mantener 800 o más bases militares en el extranjero llegará a ser 
insostenible, imponiendo finalmente una retirada por etapas a un Washington 
todavía reacio. Como tanto EE.UU. como China participan en una carrera para 
militarizar el espacio y el ciberespacio, las tensiones entre las potencias 
tenderán a aumentar, haciendo que un conflicto militar en 2025 sea por lo menos 
factible, aunque difícilmente seguro.
Para complicar aún más las cosas, las tendencias económicas, militares y 
tecnologías antes descritas no tendrán lugar en un aislamiento ordenado. Como 
sucedió con los imperios europeos después de la Segunda Guerra Mundial, es 
dudoso que semejantes fuerzas negativas resulten ser sinergicas. Se combinarán 
de formas totalmente inesperadas, crearán crisis para las cuales los 
estadounidenses no están de ninguna manera preparados y amenazarán con lanzar a 
la economía a una repentina espiral descendente, condenando a este país a una 
generación o más de miseria económica.
A medida que se pierde el poder de EE.UU., el pasado ofrece un espectro de 
posibilidades para un futuro orden mundial. En un extremo de ese espectro no se 
puede excluir el ascenso de una nueva superpotencia global, por poco probable 
que parezca. Sin embargo, tanto China como Rusia manifiestan culturas 
autorreferenciales, recónditos escritos no romanos, estrategias de defensa 
regional y sistemas legales subdesarrollados, lo que les niega instrumentos 
esenciales para la dominación global. Por el momento, por lo tanto, no aparece 
en el horizonte ni una sola superpotencia que probablemente llegue a suceder a 
EE.UU.
En una versión oscura, distópica, de nuestro futuro global, una coalición de 
corporaciones transnacionales, fuerzas multilaterales como la OTAN, y una elite 
financiera internacional podrían concebiblemente forjar un solo nexo 
supra-nacional, posiblemente inestable, que haría que no tuviera sentido seguir 
hablando de imperios nacionales. Mientras corporaciones desnacionalizadas y 
elites multinacionales probablemente gobernarían un mundo semejante, desde 
enclaves urbanos seguros, las multitudes serían relegadas a páramos urbanos y 
rurales.
En Planeta de ciudades miseria, Mike Davis presenta una visión parcial desde 
abajo de un mundo semejante. Argumenta que los mil millones de personas (que 
aumentarán a dos mil millones hasta 2030) que ya están apiñadas en chabolas 
fétidas al estilo de las favelas en todo el mundo que constituirán las ciudades 
“brutales, fracasadas” del Tercer Mundo… el campo de batalla característico del 
Siglo XXI”. A medida que la oscuridad cubre algunas futuras súper-favelas, “el 
imperio puede desplegar tecnologías orwellianas de represión” como “helicópteros 
artillados parecidos a avispones que acechan a enigmáticos enemigos en las 
estrechas calles de los distritos de chabolas… Cada mañana los suburbios pobres 
responden con atacantes suicidas y elocuentes explosiones.”
En medio del espectro de posibles futuros, podría aparecer una oligopolia global 
entre 2020 y 2040, con potencias ascendentes, China, Rusia, India y Brasil que 
colaboran con potencias en decadencia como Gran Bretaña, Alemania, Japón, y 
EE.UU., para imponer una dominación global ad hoc, similar a la inarticulada 
alianza de imperios europeos que gobernó a la mitad de la humanidad hacia 1900.
Otra posibilidad: la aparición de hegemonías regionales en un retorno a 
reminiscencias del sistema internacional que operó antes que se conformaran los 
imperios modernos. En este orden mundial neo wesfaliano, con sus interminables 
vistas de microviolencia y explotación descontrolada, cada hegemonía dominaría 
su región inmediata –Brasilia en Suramérica, Washington en Norteamérica, 
Pretoria en Sudáfrica, etc.- El espacio, el ciberespacio y las profundidades 
marinas, removidas del control del antiguo “policía” planetario, EE.UU., podrían 
incluso convertirse en un nuevo patrimonio común global, controlado por medio de 
un Consejo de Seguridad expandido de la ONU o algún organismo ad hoc.
Todas estas perspectivas extrapolan tendencias existentes hacia el futuro sobre 
la base de la suposición de que los estadounidenses, cegados por la arrogancia 
de décadas de un poder sin paralelos históricos, no puedan adoptar o no adopten 
medidas para administrar la erosión descontrolada de su posición global.
Si la decadencia de EE.UU. se encuentra en realidad en una trayectoria de 22 
años de 2003 a 2025, ya habremos desperdiciado la mayor parte del primer decenio 
de esa decadencia con guerras que nos distrajeron de problemas a largo plazo y, 
como agua desparramada sobre las arenas del desierto, desperdiciaron billones de 
dólares desesperadamente necesitados.
Si sólo quedan 15 años, las probabilidades de desperdiciarlos siguen siendo 
elevadas. El Congreso y el presidente están ahora paralizados; el sistema 
estadounidense está inundado de dinero corporativo con el fin de atascar todo; y 
hay pocas sugerencias para que algún problema de importancia, incluidas nuestras 
guerras, nuestro inflado Estado de seguridad nacional, nuestro famélico sistema 
de educación y nuestros anticuados suministros de energía, se encaren con 
suficiente seriedad como para asegurar el tipo de aterrizaje suave que podría 
maximizar el papel y la prosperidad de nuestro país en un mundo que cambia.
Los imperios de Europa han pasado y el imperio de EE.UU. desaparece. Parece cada 
vez más dudoso que EE.UU. tenga algo parecido al éxito de Gran Bretaña en la 
conformación de un orden mundial futuro que proteja sus intereses, preserve su 
prosperidad y lleve la huella de sus mejores valores.
……
*Alfred W. McCoy es profesor de historia en la Universidad de Wisconsin-Madison. 
Es autor de A Question of Torture: CIA Interrogation, From the Cold War to the 
War on Terror (Metropolitan Books), que también existe en traducciones al 
italiano y al alemán. Su último libro Policing America's Empire: The United 
States, the Philippines, and the Rise of the Surveillance State , explora la 
influencia de operaciones de contrainsurgencia en el exterior en la propagación 
de medidas de seguridad interior en EE.UU. También convocó el proyecto “Imperios 
en transición” un grupo de trabajo global de 140 historiadores de universidades 
de cuatro continentes. Los resultados de sus primeras reuniones en Madison, 
Sydney, y Manila fueron publicados como Colonial Crucible: Empire in the Making 
of the Modern American State y los resultados de su última conferencia 
aparecerán el próximo año como Endless Empire: Europe’s Eclipse, America’s 
Ascent, and the Decline of U.S. Global Power.
Copyright 2010 Alfred W. McCoy