21/9/09

¿Quién emancipará a Venezuela? Apuntes teóricos

 ¿Quién emancipará a Venezuela?
Apuntes teóricos

Por Franz J. T. Lee

 
ÍNDICE

Introducción 


El aporte teórico del marxismo a la revolución proletaria 

Estrategia y táctica revolucionaria                                                                                          

La memoria revolucionaria histórica                                                                                       

El problema de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio

Las ideas de Lenin acerca de la conscientización de las masas

El peligro de que la práxis se divorcie de la teoría 

La base social de la revolución socialista y el problema de las alianzas                        

 Ideología, lenguaje y teoría revolucionaria 

Lenin y Trotsky: alianzas proletarias                                                                                      

Lecciones de la Revolución China                                                                                         

Revolución Bolivariana, integración de América Latina y socialismo mundial               

Lo necesario: Un partido revolucionario marxista de la clase obrera venezolana

  
Introducción

Muchos de nosotros consideramos que hacer algo, actuar, o la acción en sí es mucho más fácil que pensar o el pensamiento. Otros sugieren que no deberíamos torturar a las pobres y humildes masas con ideas complicadas, con teorías complejas. Lo que olvidamos es que estamos alimentando la ignorancia de las masas, que ha sido fomentada por razones estratégicas por nuestros gobernantes a lo largo de milenios. El pensar y el pensamiento no son dones intelectuales especiales sino que en primer lugar son propios de todos los miembros de la especie humana. Tanto es así que en nuestra niñez y juventud cada uno de nosotros ha tenido la facultad natural de pensar y filosofar, por lo que la posterior pérdida de esta capacidad natural teórica a causa de la deformación padecida en manos de nuestro sistema educativo, equivale a perder la revolución socialista, a agonizar lentamente, a desaparecer en el olvido fascista globalizado. De hecho, tanto la acción como el pensamiento son los dos lados dialécticos naturales y sociales del vivir humano, de la vida humana en este planeta.

 

En un mundo de relaciones amo-esclavo, generalmente el amo es el que piensa y nosotros, los esclavos asalariados, somos los que laboramos: por medio de nuestro trabajo producimos las ganancias y el poder para nuestros amos. Toda la historia de Venezuela, hasta el día de hoy, puede servir como la verificación científica de esta simple verdad. A nosotros, como trabajadores físicos, no se nos ha enseñado a pensar, a ser socialmente conscientes, desarrollar una conciencia proletaria de clase. Este no es (ni nunca ha sido) el objetivo de la educación, religión y cultura de la clase dominante para los esclavos, siervos y asalariados, como tampoco de todos los gigantescos medios y aparatos de comunicación.

 

Como humanos contamos con todas las capacidades, en latencia y en tendencia, en posibilidad y en realidad, para hacer y pensar de este planeta, de este sistema solar, un mejor lugar para vivir y el mejor de los tiempos en los cuales vivir. Sin embargo nosotros, como trabajadores venezolanos, como clase explotada, estamos atrapados en un proceso de trabajo globalizado, en un mercado mundial, en el que las clases dominantes parásitas nos explotan, dominan, discriminan, militarizan y alienan, en un mundo que se está convirtiendo en un infierno, en un monstruo capitalista destructor que amenaza con devorar la especie humana y toda la vida sobre este planeta con armas de destrucción masiva y la conflagración nuclear.

 

 

El aporte teórico del marxismo a la revolución proletaria

 

Una cosa es segura: no necesitamos sentarnos en la biblioteca del Museo Británico de Londres para estudiar la quintaesencia explotadora del capitalismo durante los próximos 40 años con el fin de determinar cuál entonces es su negación dialéctica, su otro lado, su mismo opuesto, es decir, para comprender qué es el socialismo científico y filosófico. De hecho, Marx y Engels y todos los marxistas a escala global ya han realizado esta magnífica tarea por los que buscan un sólido fundamento teórico para la Revolución Bolivariana.

 

El capitalismo no es un modo de producción particular, limitado a escala nacional o local; es un modo de producción que opera a escala internacional y que ya se ha estado ‘globalizando’ desde hace tiempo. Y es exactamente como tal - como modo de producción mundializado -que este se debe estudiar, confrontar y aniquilar por la única clase social que tiene un verdadero interés de clase en su total eliminación, es decir, por los trabajadores unidos del mundo, organizados y guiados por una nueva lógica, ciencia y filosofía, realizando el marxismo que no pretende ser otra interpretación más del mundo, sino que exige cambiarlo y emanciparlo por medio de la práxis y la teoría revolucionaria.

 

Seguramente existe un número infinito de ideas, programas políticos, planes y estrategias para liberar el mundo; sin embargo, hay una sola negación verdadera del capitalismo global que es engendrada por el capitalismo mismo desde sus orígenes como modo dominante de producción moderna: el marxismo. Por esto es que Marx, el marxismo, el socialismo y el comunismo son odiados globalmente por aquellos que afirman el capitalismo como lo son los perros guardianes del imperialismo corporativista, las grandes religiones monoteístas patriarcales de alcance mundial, los ortodoxos jerarcas oligárquicos, los defensores del McCarthismo, de la democracia burguesa, del liberalismo, del ghandismo, del nacionalismo radical, del sionismo y del Apartheid, y odiado también por las caricaturas que se han hecho llamar ‘socialismo’ como el estalinismo y las aberraciones como el ‘socialismo nacional’. Esto es evidencia suficiente para darse cuenta qué tamaño de fuerza transhistórica poderosa han sido, son y serán para la verdadera revolución el socialismo y la emancipación, en otras palabras, el marxismo. Solo con el arma del marxismo las clases obreras a escala mundial lograrán borrar el capitalismo hasta su último remanente de la faz de la tierra, en una lucha global de clase.

 

Se trata de nada menos que de la siguiente disyuntiva: o bien realizamos el socialismo o nos hundimos en la más oscura de las barbaries, es decir, en la destrucción total. Crucemos el Rubicón y salvemos a nosotros mismos de las punzadas y colmillos del trabajo y del capital, dirijámonos hacia la creatividad y creación humanas.

 

 

Estrategia y táctica revolucionaria

 

Es innecesario subrayar que, estratégicamente hablado, lo anteriormente dicho es nuestro quo vadis. Tácticamente, es nuestro aquí y ahora capitalista, el conocimiento práxico y teórico, es decir, el conocimiento revolucionario científico y filosófico conforma un punto de partida razonable para planificar nuestra estrategia emancipatoria en todos los campos de la vida en Venezuela: en el económico, político, social y militar.

 

Es pertinente entonces que aprendamos de las luchas de clases marxistas y que notemos algunas excelentes verdades acerca de posibles estrategias a largo plazo y tácticas diarias a corto y mediano plazo en este moderno combate revolucionario globalizado. Estas verdades y realidades deben estudiarse, modificarse, actualizarse tecnológicamente, enriquecerse científicamente y divulgarse de nuevo por todos nosotros, por la misma Revolución Bolivariana, como contribución filosófica actual hacia la revolución mundial permanente. Para vencer debemos ser mucho mejores que los perros guardianes del fascismo mundial, debemos estar un milímetro por delante de nuestros enemigos, un milisegundo más rápido que las ondas escalares, es decir, estar armados poderosa e invenciblemente como una nueva trinidad revolucionaria, como nuevos 'seres, existencias y trascendencias humanas', como el Hombre-Mujer Nuevos, armados con una nueva lógica, una nueva ciencia natural, una nueva filosofía social y una nueva creatividad y creación sapientes.

 

Todavía estamos muy lejos de este objetivo, pero podemos aproximarnos a esta meta a una velocidad inmensa si tan sólo descartamos todas las supersticiones, religiones mundiales patriarcales, dogmas y doctrinas ideológicos, si descartamos nuestra mortal actitud anti-socialista, anti-marxista y anti-comunista que ha sido martillada sin misericordia en nuestros delicados e inocentes cerebros a lo largo de largas décadas. Dejemos atrás este miedo al socialismo, miedo al comunismo que nos han infundido los eternos ‘amos del valle’ en Venezuela, América Latina y el mundo.

 

La memoria revolucionaria histórica

 

Refrescando nuestra memoria histórica, en la mayoría de las revoluciones del siglo XX podemos notar una gigantesca discrepancia entre la fortaleza cuantitativa y cualitativa de las clases oprimidas que estuvieron comprometidas en el cambio social radical y las luchas de clase.

 

En África del Sur, por ejemplo, en la segunda mitad del siglo XX, los movimientos de los Congresos de los Pueblos africanos (encabezados por Nelson Mandela y otros) tenían el apoyo de millones de africanos empobrecidos y fueron liderados por activistas liberales, pacifistas y reformistas, que frecuentemente enarbolaban consignas marxistas, logrando fama internacional, pero no desarrollaron ni podían desarrollar una práxis y teoría revolucionarias, un programa emancipatorio para África del Sur. Por otro lado, en la tradición de la Convención Africana y el Movimiento Unitario de Sudáfrica, excelentes marxistas y trotskistas revolucionarios estuvieron analizando los temas nacionales e internacionales, haciendo excelentes contribuciones a los problemas de organización y de construcción de un partido socialista revolucionario de vanguardia y a la construcción del socialismo en África del Sur.

 

Sin embargo, nunca lograron una fortaleza cualitativa, nunca pudieron capturar la imaginación inmediata de las masas oprimidas, nunca pudieron transformar la teoría revolucionaria en práxis concreta de largo plazo, en poder proletario material. De hecho, por muchas décadas hemos perdido la posibilidad de una revolución sudafricana, a pesar del hecho que las condiciones objetivas, esto es, económicas de los pobres de Sudáfrica hoy son tan precarias o casi peores que bajo la explotación del nefasto Apartheid. La realidad ha verificado que en Sudáfrica nunca tuvimos una 'lucha de razas', sino que siempre fue una lucha de clases disfrazada de ‘razas’ dentro del capitalismo mismo. De esto deberíamos darnos cuenta en Venezuela para que tengamos claro que nuestro más grande enemigo es el enemigo de clase, es el explotador que se apropia de los frutos de nuestro trabajo en el marco del capitalismo. Acabar con el explotador, acabar con la apropiación privada de los frutos del trabajo de un gran colectivo de trabajadores, sólo existe un arma: la lucha de clases emancipatoria, conducida con conciencia marxista en contra de la violencia sistémica y del terror sistemático de las clases dominantes.

 

Como explicado por León Trotsky, dentro del contexto del desarrollo histórico igual, desigual y combinado, comencemos entonces nuestra aproximación emancipatoria global con el poder, con la táctica y estrategia de los trabajadores, con un enfoque clasista de la fortaleza revolucionaria proletaria contemporánea, con las ideas y acciones de Lenin, aquél genio marxista de la práxis y teoría revolucionaria en la época de la descomposición del capitalismo. La revolución bolivariana, debido a su condición transhistórica, forma parte integral de todas las deliberaciones que hacemos aquí. El poder de la clase dominante nos destruye, tenemos que conquistarlo con fuerza emancipatoria, tenemos que desmantelar su poder capitalista destructivo y erradicar el poder del capitalismo global para siempre, reemplazándolo con creatividad natural y creación humana.

 

 

El problema de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio

 

Primero, con el fin de desarrollar tácticas y estrategias concretas para la venidera etapa decisiva del socialismo bolivariano en Venezuela y América Latina, tenemos que resaltar el problema revolucionario de la fortaleza cualitativa y cuantitativa del actual proceso emancipatorio en Venezuela. En la lucha de clases, ¿por qué y hacia dónde fluctúa el poder revolucionario? ¿Por qué las masas de la clase trabajadora venezolana reaccionan y actúan en el 2007 de manera diferente que en el 2002? Basadas en sus experiencias personales de las revoluciones rusas de 1905 y 1917, Lenin tenía algunas explicaciones importantes a este respecto que elaboraremos más adelante.

 

A lo largo de todo el siglo XX, con pocas excepciones, estuvimos (y todavía estamos) ante el hecho de que aunque muchas organizaciones y partidos políticos socialistas y marxistas verdaderos han hecho contribuciones teóricas revolucionarias que mantienen su validez hasta el día de hoy, no han sido capaces de alcanzar una base popular de masas para la revolución permanente. En contraste, movimientos de índole pacifista, liberal y de liberación nacional, democrático-burgués que estuvieron (y siguen estando) mucho menos inclinados hacia la teoría revolucionaria, han logrado su objetivo de manera definitiva con el apoyo entusiasta de las masas. Las interrogantes que vienen a la mente son: ¿Cuáles pueden ser las causas subyacentes? ¿Podemos lograr una verdadera revolución socialista sin un punto de vista radicalmente anticapitalista, esto es, sin teoría revolucionaria? ¿Es suficiente el mero accionar, el activismo revolucionario para tumbar al imperialismo mundial? ¿Pueden las caricaturas del socialismo detener el fascismo mundial?

 

Los catecismos, oraciones, sermones de la montaña, mandamientos, consensos y alianzas de clases, comisiones de la verdad, diálogos con el enemigo de clase y una revolución pacífica, ¿harán el trabajo por nosotros? ¿Podemos lograr una revolución socialista mundial exitosa sin la práxis y la teoría del marxismo, de la negación del capitalismo? ¿No es el marxismo el latido de corazón dialéctico del socialismo?

 

Los ‘líderes’ reaccionarios en Venezuela y en otras partes del mundo que pregonan el anti-comunismo, el activismo ciego, el consenso de clase, el pacifismo democrático, el reformismo desdentado y quienes lanzan comisiones de la verdad, diálogos contrarrevolucionarios y consumismo capitalista utilizando propaganda fascista en sus medios de comunicación masiva internacionales, ¿porqué es que logran semejante éxito en seducir las mentes de los trabajadores y campesinos explotados, dominados y discriminados? ¿Por qué, de una manera tan fácil, se convence al explotado a afirmar, aceptar y hasta defender su condición de miserable explotado?

 
Las ideas de Lenin acerca de la conscientización de las masas

 

¿Qué es lo que falta por lo general en los movimientos de masas de los trabajadores para que asuman un carácter verdaderamente revolucionario, anti-capitalista, marxista? En función de aclarar esta interrogante y volviendo a las ideas de Lenin, este, al igual que Rosa Luxemburgo, investigó muy cuidadosamente la relación entre la espontaneidad de las masas trabajadoras y la política económica, por un lado, y por el otro la relación entre la espontaneidad de las masas y la teoría y práxis revolucionaria bajo condiciones de una aguda represión en los países no metropolitanos económicamente débiles, por ejemplo, en el Imperio Ruso. Derivado de las condiciones específicas de su época llegó a la conclusión lógico-dialéctica que los movimientos espontáneos de masas de la mayoría de las clases trabajadoras oprimidas no asumirían un carácter marxista revolucionario sino más bien tenderían hacia una política de conciencia sindical (democrático-burguesa).

 

Según Lenin, el mero activismo espontáneo de los trabajadores, sin embargo, puede llevar muy fácilmente al estancamiento mental y a la debilitación psicológica debido a un constante bombardeo con la añeja ideología, religión, cultura y moralidad por parte de la clase dominante. Como ya sabemos, hoy día todas estas armas sofisticadas de destrucción masiva, del holocausto mental, cuentan con una estructura más variada y sus propios creadores cuentan a su disposición gigantescos medios y recursos, medios de comunicación internacionales, educación lógico-formal, relaciones amo-esclavo, para perpetuar los intereses de la clase dominante. Al contrario que los obreros y sus organizaciones, los capitalistas cuentan con arsenales inconmensurables de guerra psicológica, más medios para la diseminación de propaganda contrarrevolucionaria, mecanismos represivos, intrigas, engaños descarados y grandes mentiras.

 

Lenin postuló que la tendencia hacia la conciencia sindical, en vez de una conciencia de clase, hacia la ‘liberación’ dentro del marco capitalista, dentro del proceso de trabajo explotador, debe combatirse de dos maneras interconectadas, de manera de permitir que los movimientos obreros espontáneos y el socialismo científico y filosófico se fundan en un solo movimiento combativo proletario-revolucionario.

 

Él lo enfatizó así: primero, replantear la teoría revolucionaria en su justa proporción y sometiéndola a una revisión práxica constante, y segundo, intensificar la información y agitación científica revolucionaria entre las masas explotadas y dominadas no sólo con el objeto de desvelar y denunciar las condiciones económicas de vida, sino también lograr una educación política total de las masas.

 

En este sentido, podemos afirmar que la revolución bolivariana, por medio de sus misiones educativas y de capacitación, ha logrado un tremendo paso hacia adelante en esta dirección, en contra del férreo control de la educación por parte de la reacción. La relevancia de las ideas de Lenin para nosotros hoy en Venezuela radica en lo siguiente:

 

a) Los movimientos espontáneos de masas de los oprimidos (huelgas, sublevaciones, rebeliones, protestas populares etc.) no pueden igualarse mecánicamente con una conciencia revolucionaria o con una conciencia de clase trabajadora.

2.  Los actos espontáneos de las masas, resultado de una coyuntura específica, corren peligro y efectivamente han sido secuestrados por el reformismo y la misma ideología y práctica burguesa, ya que no se permite a las masas a avanzar y aprender y formular su propia estrategia y táctica para una praxis y teoría revolucionaria, sino se imponen ‘desde arriba’ unos programas pre-formulados que apuntan siempre hacia un consenso de clases y que proclaman el respeto a la propiedad privada de los grandes medios de producción sociales. Este tipo de secuestro reformista sólo puede combatirse, según Lenin, con la unidad de la educación y lucha teórica, económica y política establecida conscientemente en el marco de la lucha de clases.

 

 

El peligro de que la práxis se divorcie de la teoría

 

La teoría revolucionaria debe comprobarse aquí en una nueva situación que difiere considerablemente de las condiciones europeas o asiáticas, lo cual quiere decir que primero debe concentrarse en un análisis de la realidad venezolana y latinoamericana para que no degenere en mero dogmatismo y se vuelva una caricatura del socialismo que no es ni puede ser otro que la negación científica del capitalismo, lo cual abriría la posibilidad emancipatoria de un ‘éxodo’ de este ‘valle de lágrimas’ u orden mundial.

 

Durante el siglo XX muchos marxistas en Venezuela, Cuba y América Latina tuvieron grandes dificultades al tratar de traducir sus análisis contemporáneos en una efectiva ilustración y agitación de las masas y al desarrollar métodos, tácticas y estrategias adecuadas para la emancipación global. En el pasado, el problema consistía en que la teoría revolucionaria tuvo que mantener su independencia y fortalecerse contra las influencias ideológicas que surgían de las alianzas tácticas con otras clases sociales, especialmente con el campo democrático-liberal. En el presente, el problema consiste en que la teoría revolucionaria, sin dejar de ser anti-capitalista por supuesto, tiene que bañarse con las condiciones especiales en las que nace y prospera la revolución bolivariana, latinoamericana, y agarrar la fantasía y los sueños de las masas en nuestras latitudes, despertando y fomentando a su creatividad para encaminar la revolución hacia un verdadero y consecuente anti-capitalismo.

 

Al respecto, en nada sirven las órdenes permanentes que emanan ‘desde arriba’, los decretos, programas y estrategias trazadas ‘desde arriba’ que tienen más bien un efecto contrario al reprimir la espontaneidad y una sana capacidad de reflexión crítica sin censura.

Inter alia, el impacto combinado de estos factores ha desacelerado, hasta ahora, una efectiva práxis y teoría socialista de los trabajadores venezolanos, la condición sine qua non para la urgente formación de un verdadero partido socialista de vanguardia que tiene la tarea histórica de llevar a la revolución bolivariana más allá del reformismo democrático-burgués, hacia la victoria socialista emancipatoria global.

 

Si se sigue impidiendo el fermento, la reflexión crítica y la creatividad desde las bases y si se siguen prescribiendo las cosas desde arriba, el movimiento revolucionario en Venezuela corre el peligro de no sólo dividirse en dos sino en muchas partes, y así dejar el camino preparado para una fácil victoria contrarrevolucionaria o para una devastadora guerra civil, según el viejo lema imperialista: divide et impera.

La teoría marxista no es dogma y basándonos en principios científicos y filosóficos, en la era de la globalización, debemos desarrollar nuevos aspectos para hacer frente a una nueva realidad. Esto nada tiene que ver con ‘innovar’ el marxismo, ni tampoco tirarlo al ‘basurero de la historia’, ni con ‘reformarlo’ en un sentido revisionista como para recoger al azar cualquier ideología anticuada para darle un nuevo impulso al capitalismo. De lo que se trata es que simplemente tenemos que estar a la altura de los múltiples retos que nos impone el capitalismo globalizado en su fase de colapso y destrucción violenta.

 
La base social de la revolución socialista y el problema de las alianzas

 

En el siglo pasado el tema agrario y de liberación nacional sin duda representaban los problemas más importantes del cambio revolucionario en las colonias y semi-colonias. El hecho que haya sido imposible resolver estos problemas, que afectan a la mayoría de los pueblos del sur hasta el día de hoy, se debe a la persistencia de los latifundios feudales y al imperialismo oligárquico en nuestras tierras. En todos los países explotados de Asia, África y América Latina, como en la atrasada Rusia pre-revolucionaria, la gente que trabajaba en la agricultura formaba la abrumadora mayoría de la población nacional. En todas partes fueron explotados y oprimidos por el imperialismo, aunque el grado de su explotación pudo diferir, dependiendo de su nivel inicial de desarrollo y las prioridades de los intereses foráneos.

 

Ahora bien, ¿qué hay de la estrategia de formación de alianzas en la lucha revolucionaria? ¿Con cuáles clases podemos formar alianzas?

 

En su obra 'Revisión del Programa Agrario del Partido de los Trabajadores' Lenin comenzó a reflexionar acerca de lo deseable de forjar una alianza entre el pequeño proletariado y el inmenso campesinado pobre de Rusia. Considerando la debilidad de la enana lumpen-burguesía, en 1906, Lenin argumentó que la revolución democrático-burguesa contra el feudalismo sólo podía ganarse por medio de una alianza de trabajadores y campesinos; por lo tanto, sus logros y progreso sólo podía garantizarse si las dos clases actuaban conjuntamente.

 

Está claro que los obreros, las clases trabajadoras, juegan un papel central en la revolución socialista. Asimismo, no se puede formar ninguna alianza con una clase dominante explotadora. Como una excepción, podría forjarse una alianza con las clases medias bajas, bajo el liderazgo supremo del proletariado.

 

Aun después que el proletariado conquistó el poder en Rusia en 1917, Lenin todavía consideraba al campesinado, especialmente al proletariado rural, un aliado importante aunque, claro está, enfatizó -luego de rechazar la teoría de dos fases para Rusia, para hacer primero la revolución democrática-nacional, y luego la socialista- el papel principal del partido del proletariado durante la revolución democrática.

 

Para defender la revolución socialista Lenin no buscó alianzas en las privilegiadas clases dominantes altas, y no tuvo interés en crear nuevas clases políticas. Él argumentó que la estabilidad del poder de los trabajadores sólo podía lograrse por medio de la actitud positiva de los campesinos hacia el Estado revolucionario y su activa colaboración.

 

En cuanto a la estrategia revolucionaria y la reforma constitucional él no abogó por una rígida expropiación de toda la propiedad privada en manos de los campesinos, sino por la repartición de todas las tierras confiscadas a los grandes hacendados y terratenientes, quienes habían sido la columna vertebral de la oposición, entre los pobres campesinos hambrientos de tierra. Él advirtió, sin embargo, contra la aplicación dogmática de esta política de manera generalizada ya que sólo la consideraba aplicable para las específicas condiciones rusas.

 

Desde el mismo principio, sin compromisos y de manera categórica como un marxista revolucionario, Lenin vio a la Revolución de Octubre esencialmente como una revolución anticapitalista, anti-imperialista, socialista. Durante la I Guerra Mundial ni siquiera los ataques imperialistas de una docena de países capitalistas pudo parar su marcha hacia el socialismo. Él no pensó que una nacionalización exitosa sería posible en las áreas rurales hasta después que la industria nacional se reorganizara sobre la base de la industria pesada colectiva, tomando en cuenta los logros más recientes en la tecnología moderna. Él sostuvo que no debía ganarse a los campesinos por medios coercitivos sino con 'la fuerza del ejemplo'.

 

En cuanto a las alianzas políticas revolucionarias con varios grupos y clases sociales oprimidas, con el fin de auspiciar la revolución socialista, este asunto es realmente complejo e imperativo. El campesinado en Europa durante las Edades Oscuras, los campesinos de Argelia descritos por Frantz Fanon y los actuales campesinos de Venezuela, un país productor de petróleo, son realidades distintas que pertenecen a ciertas épocas históricas. Sus funciones sociales y revolucionarias también varían. Asimismo, una cosa es una alianza electoral para conquistar el poder político dentro del status quo económico capitalista y defenderlo democráticamente, y otra cosa es construir un partido socialista revolucionario de vanguardia para desarrollar las estrategias defensivas de los trabajadores, para formular un programa histórico para establecer una sociedad socialista a escala nacional, continental e internacional.

 

 

Ideología, lenguaje y teoría revolucionaria

 

Los nombres o las palabras pueden ser idénticos, pueden diferir de acuerdo al idioma; ellos tienden a convertirse en ideas fijas, ideología de la clase dominante, instrumentos inadecuados de pensamiento, de hecho, verdades absolutas. Por lo tanto, ellas distorsionan o desfiguran nuestra realidad fluyente. Las palabras utilizadas por los medios de comunicación internacionales están llenas de significados de la clase dominante, ellas no reflejan las realidades de Venezuela. Marx ya lo dijo, las ideas dominantes de cada época son las ideas de las clases dominantes. Quien ejerce el poder económico y político también controla la educación, la información, la socialización, las ideas acerca de la realidad. Aquello que las palabras y letras supuestamente describen, lo que realmente debe pensarse, teorizarse, cambia constantemente dentro del proceso de trabajo, dentro de la acumulación terrorista de capital económico, poder político y violencia social, es decir, la muerte planetaria por medio del orden social, del orden estatal.

 

Por lo tanto, dentro de la lucha diaria, por razones estratégicas, las ideas, pensamientos y las teorías revolucionarias deben ser concisos, incisivos y precisos. En términos de dialéctica socialista, el no explicarle a las masas electorales un concepto como el de 'la propiedad' puede tener resultados mortales para las reformas constitucionales y los referendos nacionales. Este sólo concepto es central en relación a las alianzas revolucionarias durante las severas luchas de clases como las que acontecen en este momento en Venezuela y en América Latina.

 

En este contexto, los enfoques trans-históricos de Lenin y Trotsky en cuanto a los conceptos e interpretaciones revolucionarias precisas son realmente fundamentales para Venezuela. Las diferencias analíticas que tenían estos dos revolucionarios en relación al asunto de las alianzas no surgieron en ningún momento sobre la necesidad en general de establecer una alianza entre el proletariado y el campesinado ruso, ya que esto fue algo lógico y necesario.

 

 

Lenin y Trotsky: alianzas proletarias

 

La controversia se desató en torno al grado de independencia de los campesinos, su capacidad de organizar la lucha de clases permanente, y el liderazgo y la composición de la vanguardia. Lenin sobreestimaba la capacidad de organización revolucionaria del campesinado. Para Trotsky y como explicado en su obra 'La Revolución Permanente', el hecho de que los campesinos, especialmente en Rusia, en el pasado hayan sido incapaces de establecer un partido 'antiburgués-revolucionario' fue un indicador de su titubeante actitud revolucionaria, que no auguraba nada bueno en el largo recorrido por organizarse en contra del orden feudal y capitalista. Esta advertencia de Trotsky es importante, ya que en la mayoría de las revoluciones del Tercer Mundo sus enfoques fueron verificados científicamente. Esto no tiene que ver con arrogancia política, ni con discriminación o degradación de ningún grupo social de los 'condenados de la Tierra'.

 

Especialmente en los países del Sur, devastados por siglos por el imperialismo, las clases sociales no están tan bien definidas a tal punto que una se sobrepone a la otra. Como en Europa, aquí en nuestros países del Sur, a lo largo de los siglos, las clases sociales no fueron producidas por medio de la acumulación originaria del capital, sino como resultado de la introducción forzada del capitalismo y como víctimas del imperialismo. Diversos factores determinan nuestras específicas formaciones de clases sociales, nuestra participación en las luchas de clases de los trabajadores en la época de la globalización. En la Sudáfrica del Apartheid, por ejemplo, las clases sociales se formaron por medio de la legislación racista; a lo largo de las últimas dos décadas una nueva clase dominante casi-burguesa negra, se formó a raíz de la necesidad del capital internacional de ampliar su mercado interno y fortalecer el consumo en Sudáfrica para evitar una gigantesca explosión social que pudiera dar al traste con el orden capitalista mismo. La Revolución Bolivariana tiene que evitar a toda costa que algo similar pase aquí en Venezuela. Es extremadamente difícil hacer un análisis de clase fluyente preciso y científico para el caso de Venezuela y de todos los países latinoamericanos; sin embargo y si queremos ser exitosos, habrá que intentarlo, ya que es fundamental para nuestra práxis y teoría revolucionaria.

 

Aunque en algunos casos sí podemos estar de acuerdo con Trotsky en que generalmente los campesinos tienen poco éxito construyendo poderosos movimientos o partidos políticos a largo plazo, y que no son capaces de completar las revoluciones sociales, tenemos que considerar que en Cuba, Bolivia, México, China, Vietnam y en otras partes del mundo, el campesinado no puede descartarse como fuerza revolucionaria y socio central en las alianzas estratégicas de los pueblos oprimidos. De manera similar, no todos los sectores de la clase media-baja, no todos los estudiantes ni todos los académicos e intelectuales (a quienes se les suele acusar de ser sentados en la torre de marfil) son reaccionarios por definición; no se les puede descartar a priori como posibles aliados políticos. Sin embargo, según Lenin y Trotsky, en vísperas de la Revolución de Octubre, esto sólo es válido si ellos aceptan el liderazgo de los trabajadores y si ellos categóricamente identifican sus intereses de clase con las de la clase trabajadora, quiere decir, dirigidas contra la explotación capitalista. Igualmente, los intelectuales de otras clases sociales, por ejemplo, Frantz Fanon, el Ché Guevara o Fidel Castro, inter alia, por motivos morales y humanistas, pueden cometer suicidio de clase y decidir correr la misma suerte que todos los laboriosos trabajadores del mundo.

 

A este respecto, el hábito poco científico de adscribirle al campesinado de todos los países 'subdesarrollados' de una manera generalizadora, discriminatoria e irresponsable, una 'mentalidad pequeño-burguesa' tal como se le reprochó en su momento al campesinado de Rusia, es simplemente inadecuado. Hoy día, más que nunca, semejante método no-dialéctico falla en tomar en cuenta las condiciones concretas, las peculiaridades sociales, esto es, las formas específicas de explotación, la verdadera existencia de las clases y luchas sociales y el nivel de conciencia en un país dado, por ejemplo y en lo que concierne a Venezuela, el que nos encontremos en plena época de la globalización, en un país todavía ‘monocultivo’, productor de petróleo.

 

El marxismo vivo analiza la realidad revolucionaria de Venezuela libre de ideología, esto es, libre de cualquier tipo de revelaciones, mandamientos, catecismos, doctrinas, dogmas y directrices desde arriba. Ningún Mesías, ningún gran hombre, ninguna gran idea dirige la lucha de clases: la clase trabajadora tiene que hacer y pensar su revolución ella misma; la solidaridad es bienvenida, pero el deber de los revolucionarios latinoamericanos es hacer la revolución socialista contra la barbarie capitalista.

 

Todo esto debe ser aprehendido con una memoria histórica, es decir, aprendiendo de nuestras propias luchas anti-coloniales, de nuestras guerras de independencia y todos nuestros experimentos revolucionarios, sociales y socialistas del pasado y del presente. No somos salvadores, redentores, santos o profetas autoproclamados, podemos cometer errores teóricos; sin embargo, científicamente, la práxis revolucionaria al saber la verdad concreta, siempre corrige a la teoría, que una vez más genera niveles más altos de práxis revolucionaria.

 

De esta manera aun Trotsky, quien generalmente fue muy preciso en su análisis de las luchas revolucionarias concretas, tal vez debido a falta de información, también subestimó la importancia de la reforma agraria en China.

 

 

Lecciones de la Revolución China

 

Echemos un breve vistazo a la esencia del papel político del campesinado en la Revolución China, para demostrar que las formaciones y luchas de las clases bajas oprimidas hoy en día pueden tomar varias formas peculiares de apariencia. Aun así, todas ellas tienen un factor en común: el derrocamiento del capitalismo y del imperialismo de la clase dominante global.

 

Primero, en este momento, como resultado de profundas contradicciones y luchas de clases globales, en todas partes surgen nuevos tipos de clases sociales, otras simplemente desaparecen. Las inmensas clases medias, normalmente esenciales para el fascismo clásico, desaparecen en los países metropolitanos, como en Alemania o los Estados Unidos de Norteamérica. Países enteros, regiones y continentes están condenados a una existencia proletaria miserable; empresas multinacionales gigantescas como Exxon Mobil o Microsoft se convierten en entidades burguesas económicas globales, más ricas y poderosas que algunos de los mismos países metropolitanos.

 

La fortaleza cuantitativa y cualitativa del proletariado mundial varía a medida que las clases dominantes globales rápidamente disminuyen en número, pero cualitativamente se vuelven más y más ricas a cada segundo, más desesperadas, más poderosas, más brutales a cada milímetro apocalíptico y fascista.

 

A principios del siglo XX, aunque formalmente, existía en China la tenencia comunal de la tierra, sin embargo la mayoría de los campesinos estaba sujeta a una triple opresión -del tipo patriarcal, feudal y de capitalismo primitivo- que les impedía surgir por encima del mínimo de subsistencia. Esto influía en su acción política y conciencia de clase, pero mantenían una larga tradición rebelde de protestas populares.

 

Cabe aquí una advertencia: bajo ninguna circunstancia se debe igualar el concepto 'pueblo' con las clases trabajadoras. La ideología capitalista está basada en la utilización  del concepto 'pueblo' con fines de velar la existencia de unas clases sociales antagónicas. Así es como este concepto incluye a individuos que forman parte de la alta burguesía, de la jerarquía eclesiástica, del golpismo, del puntofijismo, y los más humildes de nuestros compatriotas. Este término afecta al análisis de clase; de hecho, niega la lucha de clases y postula el consenso de clases, es un concepto cristiano, liberal y democrático-burgués que invoca la libertad, fraternidad e igualdad de ‘todos’. En realidad y desde el punto de vista de una transnacional como la Exxon Mobil por ejemplo, que realiza un billón de dólares por semana en ganancias, el concepto ‘pueblo’ tiene una connotación netamente capitalista, que sólo ve y busca consumidores. La clase trabajadora venezolana tiene que aprender que el concepto ‘pueblo’ es engañoso, ya que tiene el objetivo de esconder la existencia de clases sociales antagónicamente opuestas, y con ello la lucha de clases, que es el verdadero motor de la historia y de la emancipación.

 

En cuanto a las lecciones que nos ha dado la Revolución China, y de manera análoga la defensa de la Revolución Bolivariana durante el golpe del 2002, para nosotros son relevantes cuatro puntos con miras a las nuevas tareas y la defensa de la revolución en el año 2008:

 

Primero, la revolución china sólo pudo tener éxito debido a que contó con el apoyo activo de las masas trabajadoras rurales, que formaron la base social de la revolución y tenían una larga tradición de resistencia. En vista de las condiciones dadas en China, las iniciativas simultáneas a emprender una revolución agraria y una política anti-imperialista, marxista, fueron complementarias por naturaleza. Lección para nosotros: Si queremos lanzar otro proyecto de reforma constitucional, este debe basarse explícitamente en una política anti-capitalista, anti-imperialista y pro-socialista, marxista; de otra manera será inútil y fallará de nuevo.

 

Segundo, los movimientos campesinos cuyos cuadros Mao Tse Tung ayudó a entrenar en la escuela de adiestramiento del Kuomintang (Partido Nacionalista Chino originado en 1912), hasta julio de 1927 formaron el núcleo organizativo de la guerra popular revolucionaria en China. Una revolución socialista es una guerra del pueblo en armas, contra la barbarie capitalista metropolitana. Sin las armas de la práxis, de la teoría y del armamento moderno, lanzar una revolución socialista es un suicidio temerario.

 

Tercero, la solución de la cuestión nacional de la soberanía en China dependió de dos precondiciones:

 

a) la liberación del yugo del imperialismo;

 

b) el establecimiento de condiciones democráticas en la estructura política y socio-económica del país.

 

En teoría, ambos factores se toman en cuenta en la Revolución Bolivariana, sin embargo, llevarlas a cabo contra el sabotaje de una galaxia de mafias económicas y políticas, es otra cosa.

 

Cuarto, la revolución en China fue encabezada por un Partido Comunista, que aceptó al marxismo como su ciencia y filosofía revolucionaria, y que desde 1925 en adelante había iniciado una política muy sutil de mediación entre las exigencias de un amplio frente anti-imperialista, una reforma social instantánea, y el objetivo a largo plazo de una sociedad comunista. Para salvar la Revolución Bolivariana, para no perderla, lo cual es muy posible, debemos estudiar muy cuidadosamente la estrategia china mencionada arriba y derivar de ella nuestras propias conclusiones tácticas.

 

Originalmente el partido comunista chino estuvo subordinado al Kuomintang burgués cumpliendo las directrices del Comintern estalinista. Sólo cuando Mao Tse Tung liberó al movimiento revolucionario del consenso de clase y de las directrices desde arriba, fue posible encaminar la revolución socialista hacia niveles más elevados de victoria.

 

 

Revolución Bolivariana, integración de América Latina y socialismo mundial

 

En lo que concierne a las estrategias y tácticas precisas para la revolución anti-capitalista en nuestras latitudes, en diciembre de 1982 en una entrevista con Germán Wettstein para los 'Cuadernos del Tercer Mundo' (México), aplicando la economía política marxista, la dialéctica social y la teoría revolucionaria, indiqué la necesidad de la integración latinoamericana, del ALBA, y del nuevo tipo de guerrilleros que urgentemente deben defender la revolución socialista en América Latina. 1)

 

Entre otras cosas, comenté:

 

(Pregunta) “G.W.: Antes de seguir adelante me gustaría conocer su opinión sobre las posibilidades de aplicar ese tipo de 'guerrilla económica y tecnológica' a países de América Latina.

 

(Respuesta) FJTL: En el Tercer Mundo, debido a la importancia de ciertas materias primas (y es el caso de Venezuela con su petróleo) los trabajadores -- y todos los trabajadores agrupados de los países de la OPEP -- tienen un papel muy importante que desempeñar en la transición del capitalismo al socialismo. Los trabajadores vinculados a la industria petrolera tienen un papel de vanguardia, en cuanto se refiere a la clase obrera del Tercer Mundo. ...

 

... Del mismo modo veo una tarea trascendente del proletariado venezolano con relación a los demás países del Pacto Andino; porque sólo por la unificación de varios países, con intereses complementarios y productos para colaborar en el desarrollo mutuo será posible romper la división internacional del trabajo. Y ésta, lo repito una vez más, es la causa de todos los problemas. Es dentro de este contexto que es posible aplicar la guerrilla económica y tecnológica. ...

 

... Podemos pensar en nuevas relaciones, más allá de América Latina, en el caso de la bauxita, que existe en Surinam, Guyana, Jamaica y también en Guinea y hasta en China si ella quisiera intervenir. En síntesis, se trata de convertir las materias primas estratégicas en herramientas de la revolución, para la emancipación en este mundo capitalista.” 2)

 

En cuanto a la problemática de la noción de ‘lo nacional’ en un mundo globalizado, ya en 1982 expliqué la urgencia de la solidaridad y cooperación internacional de las clases trabajadoras del mundo:

 

“Allí está el punto de unión entre un trabajador africano de las minas del Sur, con el de las minas de cobre de Chile, el de las de estaño de Bolivia o el de la industria petrolera venezolana. Este es el punto que hay que entender en primer lugar: las verdaderas estructuras de clase en América Latina; entender el sistema económico en diferentes países y entender las conexiones con la sociedad internacional. Las dificultades entonces, derivan del muy bajo nivel de conciencia o de falta de movilización política, y también de los conflictos o las divisiones entre los diferentes partidos socialistas.” 3)

Lo necesario: Un partido revolucionario marxista de la clase obrera venezolana

 

Lenin insistió que los trabajadores activos, progresistas y su liderazgo deberían formar el núcleo revolucionario de un partido socialista de vanguardia de los trabajadores. Debe ser de, por y para los trabajadores. Debe organizarse por los trabajadores mismos y estar a su servicio, debe defender sus intereses de clase. Claro está, otros sectores pueden unirse a la lucha, pero sólo si ellos fomentan y apoyan los intereses y metas de clase de los proletarios.

 

Ahora, según Lenin, ¿cuándo tenemos una situación revolucionaria? ¿Ahora tenemos una revolución social en Venezuela, podemos conquistar el poder social? En resumen:

 

“Una situación revolucionaria, es decir, la posibilidad de conquistar el poder social existe cuando se consigue la asimilación de las acciones entre la vanguardia revolucionaria de los trabajadores y las masas, y cuando al mismo tiempo la conciencia política de la vanguardia se ha convertido en conciencia revolucionaria.

 

Esto significa que al fin la revolución social tiene una práxis y una teoría, y se ha convertido en una revolución socialista, en el sentido marxista.” 4)

 

Seguramente, aunque estemos politizados, aunque hayamos hecho tremendos sacrificios y hayamos trabajado duro para nuestra preparación revolucionaria, lo arriba mencionado todavía no es el caso de Venezuela; puede volverse una realidad en un futuro, pero sólo bajo la guía de un verdadero partido socialista de vanguardia obrera.

 

Claro está, aquellos trabajadores quienes están al frente de la lucha de clases en Venezuela contra sus amos explotadores y quienes están adquiriendo una verdadera conciencia de clase, una conciencia proletaria, forman la vanguardia socialista de Venezuela. En lo concerniente a una verdadera teoría revolucionaria, lógicamente ellos son los más avanzados. Ellos saben lo que es la explotación, la dominación, la discriminación, la violencia y la alienación en el capitalismo; ellos saben qué significado tiene la lucha de clases. En cuanto a esto, he observado lo siguiente:

 

“A estos trabajadores no los deberíamos frustrar; no deberíamos reemplazarlos por fuerzas reaccionarias retrógradas del viejo régimen. La propia categoría, ‘partido revolucionario’, tiene su base analítica, su teoría revolucionaria en el postulado emancipatorio que dice que el socialismo es una ciencia muy complicada y una filosofía muy compleja, la cual no se puede adquirir o dominar colectivamente dentro de pocas semanas o mediante unos simples ‘talleres’ de corta duración.” 5)

 

En conclusión, quien va a emancipar a Venezuela no puede ser otra que su clase trabajadora, en alianza con los campesinos y los elementos más progresistas de las demás clases sociales, siempre y cuando su lucha se enmarca en la lucha consecuente contra el capitalismo a escala mundial en unión con las clases trabajadoras del mundo.


NOTAS:

1)   Ver: http://www.franz-lee.org/files/pandemonium00792.html

2)   Ibid.

3)   Ibid.

4)   http://www.aporrea.org/ideologia/a20872.html

5)   Ibid.

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