1. Desviaciones en torno al tema „Cambio Climático y Deterioro del Medio Ambiente”
En febrero de este año se llegó a revelar parcialmente un memorándum clasificado sobre el cambio climático a escala global, emanado del Pentágono, en donde éste advierte al gobierno de los EE.UU., presidido por George W. Bush, que a corto y mediano plazo el cambio climático constituye una amenaza aún mayor que la del “terrorismo internacional”. Parece sorprendente que tal asesoramiento venga desde una instancia tan “eminente” como lo es la encargada de la defensa y seguridad de los EE.UU., dada la notoria inercia por parte del gobierno estadounidense en materia de cambio climático, calentamiento global y conservación del medio ambiente en general. Sin embargo, el hecho de que el Pentágono se pronuncie sobre el cambio climático en terminos de “asunto de seguridad nacional” cabe perfectamente dentro de su doctrina de la “dominación del espectro completo” o Full Spectrum Dominance, que se viene planeando, desarrollando, realizando y perfeccionando desde hace varias décadas.
Conste, que la discusión pública con respecto a los factores de mayor incidencia en el deterioro del medio ambiente planetario en general, y específicamente en la destrucción de la capa de ozono y el calentamiento climático, se centra exclusivamente en las emisiones de gases invernadero, abarcando con ésto tan sólo una parte de la inimaginable magnitud del problema ambiental planetario existente, y dejando completamente a un lado a uno de los componentes coresponsables, desconocido por la opinión pública mundial: el nefasto impacto que tienen sobre el clima global las Tecnologías de Modificación Ambiental con fines estratégico-militares, “Environmental Modification Techniques o ENMOD por sus siglas en inglés.
Investigaciones científicas sugieren, que los dramáticos cambios climáticos y las catástrofes naturales experimentados sobre todo durante la última década del siglo recién pasado, se deben en parte a experimentos, actividades y programas militares, implementados en el marco de ambiciosos programas de sistemas de defensa anti-misíl planteario en los planos terrestre, marítimo y espacial, y empujados por la cada vez más acelerada inovación tecnológica, convergiendo así en un nuevo tipo de armas poderosas e “invisibles”, ocultas del ojo del adversario: las armas geofísicas. Se trata de una tecnología de modificación ambiental que opera en base de ondas electromagnéticas y que es capaz de causar alteraciones atmosféricas, lo que la hace útil para la manipulación de los esquemas meteorológicos y climáticos de la tierra, entre muchas otras aplicaciones. La tecnología para la modificación meteorológico-climática ya está plenamente operable, aunque se quiera sugerir que todavía estuviese en la fase de investigación y desarrollo.
Hay varios géneros de tecnologías de modificación ambiental, y podemos distinguir básicamente entre dos categorías o niveles, es decir el “nivel macro” y el “nivel micro”. El “nivel macro” tiene que ver con la manipulación del “funcionamiento de la tierra” en general, es decir, con su geofísica, que comprende diferentes subsistemas como la atmósfera, hidrosfera, litosfera y el campo electromagnético de la tierra. El “nivel micro” tiene que ver con la manipulación de las estructuras moleculares, atómicas, bioquímicas y biogenéticas de la vida terrestre e involucra otro tipo de tecnología de modificación ambiental.
En el “nivel macro”, las tecnologías de modificación ambiental manipulan por ejemplo los esquemas meteorológicos en la troposfera mediante la modificación o el “calentamiento” de la ionosfera, que es la esféra eléctricamente más activa de las cinco esferas que componen la atmósfera planetaria. Su aplicación militar o bélica consiste en una especie de guerra atmosférica y meteorológica, ya que la tecnología permite manipular con precisión el clima sobre regiones previamente seleccionadas. La modificación meteorológico-climática puede, de tal manera, convertirse en un acto bélico dirigido en contra del medio ambiente de un determinado enemigo, adversario, o competidor, debilitándolo en primer lugar social y económicamente al incidir en su producción agrícola y por ende en sus recursos alimentícios. La manipulación meteorológica también puede efectuarse como una operación militar puntual-estratégica, para dificultarle al enemigo el movimiento de sus vehículos y equipos bélicos.
En el “nivel micro” opera otro género de tecnologías de modificación ambiental, en función de modificar los esquemas atómicos de estructuras moleculares “muertas” y los esquemas genéticos de organismos vivos, como lo corresponde a la nanotecnología y la ingeniería genética respectivamente. Las modificaciones en el nivel micro pueden tener consecuencias nefastas para la capacidad de la reproducción natural, no-alterada de los organismos vivos y para su compleja y minuciosa interacción e interdependencia (ecosistema) a nivel planetario, y las tecnologías ya se aplican alegremente en muchos sectores del ámbito de la producción y consumpción civil. Su aplicación militar o bélica consiste en una especie de guerra microcósmica, biológico-biogenética, que igualmente puede ser dirigida en contra del medio ambiente de un enemigo, adversario o competidor, atacando, modificando y contaminando los recursos del suelo, plantas y animales de los sectores agrícola y cría, y el ecosistema de una región o un país determinado, debilitando y devastándolo no sólo social y económico, sino también ecológicamente.
Aún cuando existen las Convenciones de las Naciones Unidas (de todos modos a menudos ignoradas) en contra del uso militar o hóstil de agentes químicos, tóxicos y biológicos, al igual como en contra del uso militar o hóstil de las tecnologías de modificación ambiental, el avance rápido y acumulativo de estas tecnologías, sea en el nivel macro o micro, las hace cada vez más sofisticadas e imposibilitan la distinción entre la posible causa natural de un evento catastrófico, y la posible causa social, es decir, de origen militar-hóstil.
La Convención ENMOD de las Naciones Unidas o “Convención sobre la Prohibición del Uso Militar u otro Uso Hóstil de las Técnicas de Modificación Ambiental”, entrada en vigor el 5 de Octubre de 1978, define en su artículo II el concepto de “técnicas de modificación ambiental” de la manera siguiente:
“El término ‘técnicas de modificación ambiental’ se refiere a cualquier técnica que cambie, a través de la manipulación deliberada de los procesos naturales, la dinámica, composición o estructura de la tierra, inclusive su biosfera, litosfera, hidrosfera y atmósfera, o del espacio.”
En esta Introducción a la IV Jornada de Discusión Jurídica y Política, titulada “En Defensa de Nuestro Medio Ambiente”, trataremos exclusivamente con las técnicas o más bien tecnologías de modificación ambiental geofísicas, y su incidencia en el medio ambiente planetario.
Como las tecnologías de producción y las tecnologías de destrucción son dos caras de la misma moneda, estamos ante un nuevo arsenal bélico perverso, que constituye la máxima expresión de la intensidad y el grado al que ha llegado lo que es, al mismo tiempo, la producción y destrucción de la propia especie humana, es decir, el proceso de trabajo en este planeta.
2. Marco Histórico del Desarrollo de la Tecnología de Modificación Ambiental
Geofísica
2.1. Antecedentes
El primer pionero en materia de tecnología de modificación ambiental geofísica, era el físico y genio Nikola Tesla, sobre cuyos inventos y patentes la edición de la New York Times del 8 de Diciembre del año 1915, reporta lo siguiente: “El inventor Nikola Tesla ha solicitado registro de las partes esenciales de una máquina, cuyas posibilidades retan la imaginación del laico y que prometen ser el paralelo de los rayos que el diós nórdico, Thor, lanzó desde los cielos para castigar aquellos que habían irritado a los dioses ... Basta decir que el invento viajará a través del espacio con una velocidad de 300 millas por segundo; una nave no tripulada, sin motor de propulsión o alas, enviado por la electricidad hacia cualquier punto deseado en el globo terráqueo, en su misión destructiva – si destrucción es, lo que el operador de la máquina quiere efectuar.”
“ ‘Es perfectamente viable (dice el Dr. Tesla) transmitir energía eléctrica sin alambre y producir efectos destructivos en espacios muy distantes. Ya he construido un transmisor inalámbrico que lo hace posible, y lo he descrito en mis publicaciones técnicas, en las cuales me refiero a mi número de patente, 1119732, que se me ha otorgado recientemente. Con transmisores de este tipo estamos en capacidad de proyectar energía eléctrica en cualquier cantidad hacia cualquíer distancia, y aplicarla con innumerables fines, tanto en la guerra como en tiempos de paz.’ ”
Conste aquí, que Nikola Tesla mismo consideró como su descubrimiento más importante las ondas estacionarias terrestres, descubrimiento con lo cual Tesla pudo probar, que la tierra podría ser utilizada como un conductor eléctrico y respondería a vibraciones eléctricas de determinada frequencia. Tanto su tecnología de transmisión inalámbrica de energía eléctrica como su descubrimiento de la resonancia terrestre resultan hoy cruciales en la tecnología de modificación ambiental geofísica.
Otro de los pioneros en esta misma materia era el psicólogo y físico, Dr. Wilhelm Reich, quien, en el marco de su descubrimiento de la presencia de energía cósmica en la atmósfera planetaria, llevó a cabo, a partir de los años 40 del siglo pasado, una serie de investigaciones y experimentos energéticos y de modificación meteorológica en su famoso Centro de Investigación “Orgonon”, en Rangeley, Maine, Estados Unidos. Las actividades de Reich fueron vigiladas por instancias del gobierno estadounidense y su trabajo científico, no obstante la campaña de difamación y posterior destrucción de la cual fue víctima, sirvió sin duda alguna de base para el desarrollo de la moderna tecnología de modificación ambiental geofísica.
La científica Rosalie Bertell hace un resumen comprimido de los experimentos y proyectos más “audaces” llevados a cabo por los EE.UU., algunos de larga duración y con vigencia hasta el presente, y en el cual destacan los siguientes programas:
Los experimentos “Argus”de 1958 y “Starfish” de 1962, consistían en la detonación de bombas nucleares de monstruosa potencia en la ionosfera y la stratosfera - ésta última contenedora de la capa de ozono -, y tenían como objetivo el estudio y posible uso militar-comunicacional de la ionosfera. A causa de las detonaciones se formaron huecos en la capa de ozono, y entre las demás consecuencias figuraban no sólo un efecto multiplicador del grado e intensidad de la radiación ionizante, sino la formación de capas de radiación enteramente nuevas en la atmósfera, previamente inexistentes. Conste, que los experimentos realizados al comienzo de los años 1960 por los EE.UU y también por la Unión Soviética, causaron modificaciones graves en los campos magnéticos denominados “Cinturas Van Allen”, en una altura de 7700 y 51.500 kilómetros respectivamente, que según estimaciones científicas tardarán centenares de años en restablecerse a su estado anterior.
El proyecto SPS o “Solar Power Satellite Project” de 1968, estudiaba la viabilidad de transmitir la radiación solar desde satélites vía microonda a antenas receptoras en la tierra, en miras de sustituir la energía fósil y reemplazarla un 100% con energía solar para el año 2025, pero el proyecto fue descartado por su alto costo. La revisión del mismo proyecto en 1978 respecto a su posible uso militar consideraba el desarrollo de un “arma rayo laser” anti-misíl, lanzado e dirigido desde satélites colocados en órbita terrestre. A partir de los años 80, la Red de Emergencia de Ondas Terrestres, “Ground Wave Emergency Network” o GWEN por sus siglas en inglés, empezó a operar, un sistema inovativo de radiocomunicación de emergencia, resistente a las interrupciones que sufren los sistemas tradicionales de comunicación en un ambiente hóstil-nuclear. Los rayos de luz o fotones invisibles, llamados “rayos oscuros” (“dark beams”) en base de los cuales opera este sistema, contribuyen en un proceso complejo a la formación de huecos en la capa de ozono. En el marco de los proyectos Orbit Maneuvering System (1981) e Innovative Shuttle Experiments (1985 hasta el presente) y durante las misiones de los Space Shuttle (transbordadores espaciales), se inyectaron deliberadamente cantidades de gases a la ionosfera con fines de inducir huecos ionosféricos y estudiar, entre otros efectos, la modificación que sufría el camino de propagación de las ondas de radio, que se reflejan en la ionosfera. Respecto al expreso impacto ambiental de las misiones “Shuttle”, Rosalie Bertell observa lo siguiente:
“A lo largo de los años 1980, a nivel global, se efectuaron entre 500 y 600 lanzamientos de cohetes al espacio por año, y en 1989 alcanzaron un número máximo con 1500 lanzamientos. Había mucho más durante la (primera) Guerra del Golfo. El Shuttle (Transbordador Espacial) es el más grande de los cohetes de combustible sólido, con dos cohetes portadores de 45 metros de largo. Todos los cohetes tipo combustible sólido expulsan grandes cantidades de ácido clorhídrico en sus gases de escape, y cada viaje del Transbordador inyecta alrededor de 75 toneladas de cloro – destructor del ozono - a la stratosfera. Los transbordadores lanzados desde 1992 inyectan aún más cloro, a saber 187 toneladas por viaje, a la stratosfera, que contiene la capa de ozono.”
Las bases científicas del proyecto HAARP tienen su fundamento, entre otros, en un invento de Bernard Eastlund, un estudioso de los trabajos de Nikola Tesla, que fue patentado en 1985 bajo el número 4,686,605, titulado “Method and Apparatus for Altering a Region in the Earth's Atmosphere, Ionosphere, and/or Magnetosphere“ (Método y aparato para alterar una región en la atmósfera de la tierra, la ionosfera, y/o magnetósfera). La energía radioeléctrica del “calentador ionosférico” de Eastlund se centra y apunta hacia un determinado punto en la ionosfera, así capaz de proyectar un concentrado monto de energía sin precedentes a la ionosfera, el cual puede llegar a “calentarla”, “levantarla” y modificarla. Según el patente, esta tecnología puede interferir con e interrumpir los sistemas más sofisticados de guía de mísiles y aeronaves, inundar vastas regiones de la tierra con ondas electromagneticas de diferentes frecuencias, y controlar y manipular estas ondas de manera que se puedan interrumpir sistemas de comunicación en tierra, mar y aire; tambíen menciona la manipulación meteorológica mediante modificaciones en la composición molecular de la atmósfera. Sobre la capacidad general del invento, el patente dice lo siguiente: “… Este invento brinda la capacidad de colocar cantidades de energía sin precedentes en la atmósfera planetaria, en ubicaciones estratégicas, y de mantener el nivel de inyección de energía, particularmente si se emplean pulsaciones aleatorias, de una manera mucho más precisa y mejor controlada que lo que hasta ahora se ha logrado por la técnica anterior, específicamente por las detonaciones de bombas nucleares de diferentes magnitudes en diferentes alturas. ...”
Otro efecto de las ondas ELF es, que pueden afectar el funcionamiento del cerebro humano ya que éste opera también en el ámbito de las ondas de frecuencia extremadamente baja. 4. Conclusión
Por un lado, crece en la opinión pública mundial la conciencia sobre la problemática ambiental y sobre la necesidad urgente de establecer medidas drásticas y efectivas, aún cuando es más que dudoso que el medio ambiente (y con él el propio ser humano) tenga chance de supervivencia, mientras persiste un modo de “producción” perverso e intrínsecamente destructivo como lo es el modo de “producción” capitalista. Por otro lado se esta empujando la tecnología militar de modificación ambiental en ambos niveles, micro y macro, a un grado, donde las modificaciones realizadas pueden resultar, mediante saltos abruptos e irreversibles, en un catastrofe global.
En lo que se refiere, específicamente, a la tecnología de modificación ambiental geofísica, y a su refinación y perfección en otros proyectos de índole militar, ocultos del ojo del público, es casí imposible asesorar sus impactos y efectos. Los impactos ambientales causados hasta ahora por este tipo de actividades y experimentos militares no han sido registrados oficialmente, ni han entrado a la conciencia pública o al debate abierto. Basta, sin embargo, imaginarse el efecto fatal que puede tener un bombardeo energético intensivo-constante de determinadas regiones de la ionosfera, sobre la integridad de la misma y el peligro de que radiación cósmica entre sin obstáculos a la atmósfera planetaria. El efecto que puede tener la manipulación de los esquemas meteorológicos y climáticos sobre el ecosistema terrestre es inimaginable. El impacto que puede tener la artificial alteración y modificación de los altamente sensibles campos electromagnéticos naturales sobre los sistemas biológicos de la tierra y sobre el propio cuerpo terrestre, es inimaginable.
Ante este trasfondo, el problema del medio ambiente y del “cambio climático”, debería en efecto y tal como lo propone el Pentágono, elevarse a rango de “asunto de seguridad nacional” para cada uno de los países del globo terráqueo entero, no sólo en el sentido civil-ecológico, sino y forzadamente en el sentido tecnológico- militar, para poder enfrentar una posible guerra geofísica.
¡En este sentido, luchemos por la Defensa de nuestro Medio Ambiente!
Notas de Pie
Al atacar la producción y suministro de alimentos o un determinado producto agrícola de un adversario, enemigo o competidor, el atacante puede causarle estragos al enemigo en lo social y en lo económico respecto a toda una serie de factores concadenados, como debilitarlo en su comercio exterior y en los mercados financieros, imponíendole restricciones comerciales o hasta cerrándole el mercado para abrirlo a los sectores de la competencia, etc. Ejemplos recientes que vienen a la mente en relación a una posible guerra biológica cubierta serían la enfermedad de las “vacas locas” o síndrome BSE en Gran Bretaña, la reciente Peste Avícola en Asia, etc. La guerra biológica existe, por cierto, considerablemente abierta, como lo es el notorio caso de la destrucción progresiva no sólo de los “cultivos ilícitos” sino de la agricultura y del medio ambiente en general en Colombia, en nombre del “control biológico de los cultivos ilícitos” o “lucha anti-droga”. En el caso Colombiano, los beneficiarios de la guerra bioquímica son las grandes corporaciones estadounidenses del agri-business, quienes junto al complejo militar estadounidense tienen a la mano un “envidiable” y gigantésco campo de experimentación, para no sólo probar los últimos agentes químicos y biológicos producidos en sus laboratorios, sino para luego poder imponer con facilidad sus productos agrícolas artificiales y biogenéticamente modificados, en un medio ambiente demasiado contaminado para cualquier producción agrícola medianamente natural-tradicional.