20/9/09

El gato siempre cae en sus cuatro patas, y quien no aprende a pensar cae en el ayer permanente

El gato siempre cae en sus cuatro patas, y quien no aprende a pensar cae en el ayer permanente
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Por: Franz J. T. Lee

Hace pocos meses, el 18 de junio de 2008, en un artículo titulado "Venezuela: la juventud, los estudiantes, la educación y el marxismo", nos recordaba que "¡la juventud, los sueños diurnos juveniles anticipatorios (forman) el principio concreto, utópico de la esperanza (Ernst Bloch)!". En su obra, "Marx als Denker der Revolution" (Marx como el teórico de la revolución), Bloch (reconocido ampliamente como el padre del movimiento estudiantil de 1968 en Europa y otras partes) hizo énfasis en que "la juventud está impulsada por un tenue presentimiento del futuro," de algo que está adelante, del acarminado amanecer sobre el rojo horizonte humano. Ya sospecha lo que no quiere, sin embargo, "todavía no" sabe lo que hay que hacer, lo que hay que pensar, cómo aventurarse más allá de este valle de lágrimas capitalista y terrorista.

Ya en 1974, en vísperas del surgimiento del fascismo global, el filósofo de la anticipación conceptual, de la fantasía juvenil y de la imaginación fresca nos advertía de la posible llegada de un "Adiós a la Utopía" global.

En este momento histórico y ominoso, en "la oscuridad del momento fluyente" (Bloch), al pie del faro, podemos imaginar qué premoniciones de un futuro apocalíptico puede percibir la verdadera juventud por medio de su antena 'exvolucionaria', por medio de sus facultades 'transhistóricas'. Actualmente la esperanza y la utopía tropiezan con tiempos difíciles, que no son los más iluminados ni tampoco los más oscuros. Ya da la impresión que el fascismo global está en camino para despedazar todos los sueños diurnos utópicos juveniles de las utopías sociales, religiosas, burguesas y socialistas con siglos de antigüedad. En la globalización, la Madre Utopía, al igual que la Madre Naturaleza, parece estar totalmente tapada con un oscuro velo de luto.

Sin embargo, desde hace décadas, junto a la juventud, que va desde la adolescencia singular hasta la plural acumulación de juventud (tercera edad), ¿de qué estamos discutiendo en nuestras clases universitarias, en nuestras reuniones con el pueblo llano, con los trabajadores y campesinos de Mérida y otras partes, dentro de nuestros proyectos de reparación de calles, construcción de acueductos, casas, sindicatos, un partido socialista, el socialismo del siglo XXI, inventando medidas y mecanismos de defensa contra los escuadrones de la muerte, sabotaje y golpes de estado, sobre la solidaridad continental y la revolución y emancipación mundial permanente?

En el artículo mencionado arriba resumí la contradictoria situación local, regional y global como sigue:

"Muchos de nosotros todavía creemos en mitos coloniales y ficciones religiosas, bailamos en el Titanic imperialista que está hundiéndose y merendando sobre un rugiente volcán corporativista, globalizado que ya está en erupción, que ha sido golpeado por una poderosa partícula liberada del micro-mundo. De manera similar, poderosos terremotos generados por el proyecto HAARP en Alaska, utilizando la tecnología de Tesla, en reacción encadenada están sacudiendo ahora las bases mismas de la existencia humana; las sequías y las hambrunas nos expulsan de la existencia. El billete verde está en agonía, ya no confía en Dios; los precios petroleros llegan a niveles récord, millones mueren de hambre, se está lanzando una terrible guerra mundial, muchos de nosotros ya no sentimos nada, no vemos nada, no pensamos nada..."

Ahora bien, según el filósofo marxista de la esperanza, Ernst Bloch, ¿en qué y en las manos y mentes de quién debe ubicarse el sano optimismo, con el fin de que todavía tengamos una posibilidad real de materialización global?

Bloch nos recuerda que la Esperanza no es Confianza, no es triunfalismo. No es segura una promisoria victoria socialista en Venezuela, ni en las próximas elecciones ni en la construcción de un partido socialista. El serpentino camino hacia la emancipación está plagado de todo tipo de peligros. El experimento llamado revolución bolivariana, el experimento Hombre-Mujer, el experimentum mundi, puede fracasar, precisamente porque la misma vida en el planeta es un experimento.

El verdadero crimen atroz contra la humanidad, cometido por arrogantes y racistas gobernantes, tiene su quintaesencia en esta destrucción global de la existencia humana.

Sin embargo, Bloch nos asegura que no se ha ganado nada todavía, pero también que nada se ha perdido todavía. ¡Por lo tanto, en el zeitgeist (espíritu de nuestra era), en a gigantesca batalla contra la barbarie global el presidente Chávez con esperanza pone el énfasis en que no nos queda más alternativa que vencer! Bloch llama a esto sano optimismo militante.

En lo que Marx definió como una 'época de revolución social', Bloch identifica tres fuerzas revolucionarias principales: Tiempos de Cambios Sociales Radicales, Inmensa Productividad y Creatividad Humana y Juventud Fogosa.

Sin dudas no sólo estamos experimentando una era de dramáticas contradicciones y convulsiones sociales, el mismo viejo orden mundial se está haciendo pedazos. Un modo de producción de ganancias se ha convertido en un modo de destrucción humana.

La tecnología industrial y militar alturas 'divinas', creadoras; dioses-hombre se están volviendo micro, meso y macro-invasores y vándalos científicos. En un sentido bíblico, usando la genética muy pronto crearán una nueva especie de sexys robots femeninos con interfaz de Miss Universo de sus propias costillas radioactivas.

En cuanto a la fogosa juventud revolucionaria, lejos están los dorados sesentas. Globalmente Murdoch está dando la nota juvenil. Los medios masivos locales y nacionales echan más leña al fuego y sufrimiento de la conciencia adolescente ya controlada. La educación capitalista y la socialización burguesa infiltran a millones de cerebros inocentes, provocando letargo científico e inercia ideológica. En Venezuela y en grandes regiones de América Latina, como en muchos países del sur, en pleno siglo XXI, el "opio del pueblo" todavía causa un caos en las mentes y en las almas de la juventud manipulada y adoctrinada. A propósito, es importante resaltar que la famosa frase "el opio del pueblo" fue acuñada por Charles Kingsley, canónigo de la Iglesia de Inglaterra. En aquellos días, durante la primera mitad del siglo XIX, era la comidilla del día en Londres. De allí la sacó Marx. La definición original formulada por Marx era que la religión era "el suspiro de la criatura oprimida", "el corazón de un mundo sin corazón".

Aunque ya no tenemos mucho tiempo, la revolución mundial es una época por sí misma, en la era de la descomposición del capitalismo. En su obra "El Imperialismo, fase superior del capitalismo", Lenin ya nos advirtió que este hecho; asimismo en 1938 en el Programa Transitorio de la Cuarta Internacional, Trotsky hizo referencia a la agonía del capitalismo.

Comparado con las revoluciones francesa, norteamericana e industrial, hasta el auge del capitalismo liberal, en verdad el imperialismo corporativo actual se ha vuelto senil, obsoleto y redundante... en una palabra, mortal.

Hace pocos días, el 15 de septiembre, durante el congreso fundacional del movimiento juvenil del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) celebrado en el estado Bolívar, el presidente Chávez subrayó la necesidad de hacer la revolución bolivariana a toda costa. Enfatizó que si realmente queremos la paz en Venezuela, entonces será mejor que nos preparemos para la guerra contra las invasiones extranjeras y los golpes militares internos. Dentro de este contexto, la juventud revolucionaria debe jugar un papel central.

El mensaje anticipatorio y emancipatorio de Bloch desde el futuro en el pasado y en el presente es que para un partido socialista de vanguardia es indispensable la teoría revolucionaria y que pensar es aventurarse más allá. En relación a la práxis y a teoría emancipatoria él reiteró lo siguiente:

El gato siempre cae en sus cuatro patas, el ser humano que no haya aprendido a pensar por sí mismo cae en el olvido del ayer permanente.

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